La insistencia de mi sed convierte al grifo de la cocina
en un ángel de agua, iluminado ante mí como
ofrenda de un milagro. Cabría arrodillarse y llorar
mi agradecimiento, mis lágrimas sobre la tierra como
pequeño manantial enamorado.
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La dispersada piedra que dio paso a la arena,
fue antes corazón de bosque, río y golondrina.
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Tu sombra es la de un ángel,
pero todos tus espejos te devuelven
la forma de un harapo.
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Recolectar palabras olvidadas y hacer con ellas
pan de memoria y trigo.
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Orgulloso de saber muchos idiomas, ignoraba el más cercano,
el de los árboles y los pájaros
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El pequeño bosque regresó del invierno
iluminado de manzanas,
y su alegría irrumpió
de pronto en nuestras casas,
derritiendo la nieve acumulada
sobre los recuerdos.
Salimos al día
vestidos de memoria,
hermosos como árboles
bendecidos de pájaros.
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Para sentir el vuelo de los pájaros como propio,
es preciso haber sido derribado muchas veces.
Julia Otxoa
El instante y su sombra
Cálamo Poesía
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