EN los
tendones del frío,
en
el músculo
tenso
del aire, los recuerdos,
la
madre, los recados antes de la cena,
los
aullidos nocturnos
en la
calle más sola que viviésemos nunca.
El temblor,
la noche,
todo en
un tiempo
y en un
miedo infantil uncido a la costumbre.
Y entre
las ijadas del frío alzándose, escribiendo
en el
ascua sin temple del invierno.
Sabañones,
piedras ardiendo en los bolsillos,
árboles
altos como ejércitos,
su sombra,
aquel
acarreo de olores en el aire.
Correr,
correr hasta encontrar la tienda,
llamar
al timbre con ahínco,
nombrar
la lista del encargo y esperar.
Oler,
sentir la estancia al rojo vivo
calentándose
en la chapa
ultimándose,
entre
el carbón y el signo inquieto de lo trémulo.
Todo
tan acre y tan mínimo,
y al
final,
casi
como héroes sin aire llegábamos a casa
con el
recado cumplido entre las manos
y el
susto,
el
tumbo del corazón redivivo,
martilleando
el pulso sin ningún espanto.
(héroes)
Luis Ramos
de la Torre
Urgencia
de lo minucioso
Prólogo
de José Luis Puerto
Lastura
ediciones
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