APARTAMENTO
Vivía
en un árbol. El sueño precisaba
que en
un pino, como si pensara que me hacía falta
más
estímulos para lamentarme. No soporto
cuando
tus propios sueños te tratan como si fueras tonta.
Por
dentro, era
mi
apartamento de Plainfield, hace veinte años,
pero le
había añadido una cocina industrial.
¡Arraigada
pasión
por el segundo piso! Que
el
pasado sea más largo que el futuro
no
quiere decir que el futuro no existe.
El
sueño los confundía, mezclaba
el uno
con el otro: repetidas
escenas
de la casa destrozada. Vera estaba allí,
hablando
de la luz.
Y desde
luego había muchísima luz, puesto
que no
había paredes.
Pensé:
aquí es donde debería estar la cama,
donde
estaba en Plainfield.
Y me
invadió una profunde serenidad,
como la
que sientes cuando el mundo no es capaz de
rozarte.
Más
allá de la cama invisible, la luz
de
finales de verano en la callejuela,
a
través de los fresnos temblorosos.
Que el
sueño había cambiado, añadiendo, podríamos
decir,
un
cierto matiz de esperanza. Era
un
sueño hermoso, mi vida era pequeña y dichosa, el
mundo
claramente
visible al estar lejos.
El
sueño me mostraba cómo podía ser mío de nuevo
si me
protegía de él. Me mostraba
dormida
en mi viaja cama, con las primeras estrellas
brillando
entre los fresnos sin hojas.
Me
llevaron por los aires, muy lejos,
hasta
una ciudad luminosa. ¿Es esto lo que significa
poseer algo?
¿Mirarlo
con superioridad? ¿O sueño todavía?
Hice
bien, ¿verdad?, al no
elegir
suelo.
Louise
Glück
Vita
nova
Traducción
de Andrés Catalán
Visor
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