Hay personas
que ponen todo su empeño y logran cosas. La perseverancia es real, a su pausado
ritmo la tortuga avanza. El talento crea su ondulación, esa perturbación que se
propaga y a veces es perceptible como lluvia en la tierra. Aunque una cosa es
ser, dicen, y otra pertenecer. Olga no se cree que esas cualidades pertenezcan
a nadie. Más bien se encuentran y se usan, lo cual está bien. Si se le dice a
una persona que lo conseguido no es del todo suyo, tal vez le aflija. Pero sólo
podría demostrarse que la cualidad le pertenece si se demostrara que cualquier
otra persona, habiendo trabajado lo mismo, con iguales unidades de constancia o
de talento en una vida diversa, habría obtenido un resultado semejante.
Demostrarlo es imposible y ni siquiera tiene demasiado interés. Por otro lado,
cualquiera de esas cualidades es distinta del mérito. Porque el mérito lo
juzgan los demás mientras que la perseverancia, como el talento, mal que bien
puede cotejarse. El mérito, en cambio, es una pantalla vacía, el pretexto de
alguien que posee un interés en imponer sus clasificaciones.
Belén Gopegui
Quédate este
día y esta noche conmigo
Literatura
Random House
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