ÚLTIMO POEMA
Dejo la
poesía.
Dejo
definitivamente la poesía.
Dejo la
poesía como se deja a un novio:
hasta mañana
o para siempre.
Cada poema es
siempre el último.
Detrás del punto,
el abismo.
Dejo la
poesía.
Recojo, en
fin, mi voz y mi palabra,
apeos de
pintura.
No sirven.
No
reconstruyen ciudades devastadas por la guerra.
No repueblan
los bosques.
No calman la
tormenta
ni el hambre.
Dejo la
poesía para siempre.
Desalaron las
palabras y ya no hay viaje posible.
Fueron
cerrando las fronteras al arte,
limitaron sus
pasos
y nadie dijo
nada.
Que canten
los poetas, pedían,
que canten,
pero no las verdades.
¡Calla a ese
poeta!
También yo
cerré la boca.
Queda vivir
con lo puesto,
con adverbios
cotidianos.
Queda
sobrevivir a las noticias,
que no sea
tuyo el muerto.
Que el café
esté caliente y fría el agua.
Apenas la
energía de un latido.
Y adelfas,
girasoles y claveles
el uno de
noviembre.
Nada más.
Dejo la
poesía y ella me llama.
Golpea mi
sien y aprieta mi cuello con la furia
del agua que
busca abrir camino.
Me duele la
poesía en todo el cuerpo.
Me atormenta
y me agrede.
Encuentra
salida.
Y escribo mi
último poema.
Detrás del
punto, el abismo.
Detrás del
abismo…
Esther
Garboni
A mano alzada
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