SLEEKIT COWRIN
Cuando un cadáver de ratón atrapado
yació oculto, durante una semana,
y se quedó enganchado al suelo,
empecé a poner
las trampas en algunas de nuestras
ensaladeras
florales de porcelana de boda. Luego
una noche cuando una de las trampas
salta, la pongo
en el porche, para llevarla al bosque
por la mañana, pero por
la mañana me olvido, y también al
mediodía, y después
del mediodía el Sauce Llorón es como
una cubierta de charnela
en Persia, cuando exponían los
cuerpos de los muertos a los
buitres eruditos para hurgar y elegir
el texto
de la materia o el texto del espíritu.
El ratón se ha convertido en un
túmulo afelpado
excavado por un escarabajo rayado
con rayas de encendidas y de frías
brasas —precipitadamente,
comiendo se abre camino hacia dentro
del estómago más suave que sucio,
los intestinos de ratón
más salados, la cera de abejas y el
jabón
detenidos en los pequeños canales
intestinales.
Y bichos pequeños como semillas
bullen
por todo el pelo, como si el roedor
fuera una fiesta de comida. Y el
Nicrphorus
corta y empuja, mece y estremece
su sucio hocico y sus anchos hombros
hacia adentro. Y yo sé, lo sé, debo
poner
mi matrimonio muerto fuera en el
porche
al sol, y dejar que quien pueda, venga
y se alimente con él —lo
cambie, lo devuelva
a aquello de lo que fue compuesto,
a la fuente de luz que lo hacía
brillar.
Sharon Olds
El salto del ciervo
Versión castellana de:
Joan Margarit Consarnau y
Eduard Lezcano Margarit
Ediciones Igitur
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