IV
Has visto a cada hombre
arrastrar hasta los vertederos
la neblina inmemorial de los banquetes,
a las mujeres arañando las basuras
y a los perros
de húmedos hocicos
encima de las niñas.
III
Has visto
a un niño de seis años
acompañar
—como una mordedura
caliente sin palabras—
a una mujer de senos
clausurados.
II
Has visto
atropellar la sangre de los jóvenes,
faquires acunados por los turbios traficantes.
Y las termas azules de la sangre
se llenaban de pronto de ácidas jeringas.
Y los chicos morían en el fango,
después de un largo viaje
por los abrevaderos sordos de la angustia.
I
Has visto
a la locura
con su máscara ronca
deambulando obscena por las calles,
has presentido sus harapos
sus bozales ciñéndote los labios,
el beso de sus botas,
sus muñecas sedadas.
Rosana
Acquaroni
El jardín
navegable
Ediciones Torremozas
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