DESDE LAS LILAS
árboles
largamente doblados
por un
ventarrón que arrastra
una
enorme sombra de recuerdo
ofreces
en vasija desbocada
haces
tallar y tallar a una garza con cosas conmovidas:
niños
con estrella filosa en las encías
que
juegan sobre la fatiga de lo maternal:
la
ácida rosa de todos los ciclos, aquella
que
responde, aunque no tengan llamadas, y reincide
de
noche atravesamos esos puentes,
un
blanco río sube a las espaldas, junto con españoles
ásperos,
campos que titilan, llamas de chozas largas como
sorpresas
de un inicio y confusiones que cuidan
o
arremeten con botas y gallos
pero
cuál es el prado desde donde empieza
a
germinar todo —hasta las cejas de
ella?, pareces dibujarnos en la
tierra; o cuál aire
desorienta
las manos que con nuevos ojos
quedan;
en qué momento llega el diluvio insondable
de
afirmarse entre halcones y recuerdos?,
parecemos
hablarte, blancos, desde las lilas
ignorantes
de cada hora ida,
ignorantes
siempre en cada ojo, lluvia —como
[tus
pisadas
Emma
Villazón
Lumbre
de ciervos
Ultramarinos
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