«Hay
el poema de la presencia. Y hay el poema de la ausencia. Hay el poema que
olvida la ausencia en que cayó el que alcanza a subir desde el fondo de un pozo
para reclamar su derecho a la claridad y al aire puro. Hay el poema que, clavada
en la presencia, tiene una estaca de ausencia que supura la herida que dormía
cicatrizada bajo la sombra de la presencia. Un árbol. Un árbol la presencia. La
herida que dormía bajo la sombra del árbol de la presencia. Lo que hace
presente presencia lo que está. Pero muy rara vez, lejísimos, hace ya mucho, lo
que hace ausencia presencia lo que no está. El olvido se entiende con olvido,
el olvido necesario y el olvido innecesario. La política del presente indica
que todas las cartas están sobre la mesa. Incluso cuando se descubre el juego
sucio mundial como la pesadilla millonaria de una multiplicación de ojos
prendidos la misma noche, se escucha que se dice: «todas las cartas están sobre
la mesa». Y no están. Nunca están todas las cartas sobre la mesa. Está la
suerte. Echada. Pero echada por la borda al mar.»
Eduardo
Milán
Visión
de cuatro poemas y el poema que no está
Libros de la resistencia
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