[…]
Hubo
otros que permitieron el bostezo
yo los
vi caminar dormidos
arrastrando
tras de sí sus cadáveres
tras un
siglo entero de abulia parental
ellos
viven de una forma tan lenta
y tan
dulce que solo les produce sueño y amnesia
y
tienen amigos y razones para no morir jamás
y comen
siempre a las dos de la tarde
y
arañan el plato con los tenedores
y se
echan la siesta los domingos
y
bostezan
y
consumen arte conceptual
y
veranean en Ibiza
y
tienen un gran 4x4
y
tienen hijos
muchos
hijos
y los
ven crecer los fines de semana
y les
enseñan a andar
les
enseñan a andar y a mentir
y a
tener miedo
y
también les enseñan a tener hijos
a tener
miedo y a tener hijos
yo los
vi marchar en trágica y perfecta armonía
sobre
las filas del tedio
tan
incapaces de ser otra cosa
que
solo podían inventar futuros donde alojarse
y ahí
su parálisis
ellos
forman colas
estadísticas
y
siempre aguardan su turno
perfectamente
programados
y
repiten consignas
perdidos
entre destellos catadióptricos
de un
mundo en descomposición
aterrados
temerosos
de ser cualquier otra cosa
esperpénticos
maniquíes mohínos
que
desfilan como autómatas
ante
los escaparates de occidente
ellos
compran coches y televisiones
y leen
revistas
coleccionan
zapatos
esnifan
cocaína y conocen Tailandia
ellos
tienen cosas
poseen
cosas
y así
piensan cosas
y votan
cada cuatro años
lobotomizados
individualizados
ellos
se llamaron a sí mismos nosotros
se
llamaron patria
ellos
nunca fueron hermosos ni pretendieron serlo
yo los
vi vivir y los vi morir
y
apenas aprecié la diferencia
[…]
David
Efe
Noche
caníbal en la boca de occidente
En el mar editorial
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