Me
hablas de la banquisa, el serac, la rimaya
del
hielo azul, la flotabilidad y las grandes lunas,
mientras
me apartas con ternura el pelo de la cara
no sé
si para verme o cerciorarte una vez más de mi existencia,
sea
ésta aparición, espectro, sostén de la apetencia o prueba indiciaria
de
voracidad o de declive,
no sé
pues ya estuvimos y nos quedamos anclados en diminutas máscaras
retando
a las palabras,
no sé
pues no tengo la certeza si ya las pronunciamos,
quizás
siempre, ahora, nunca, hace un momento.
Y me
hablas de los polos y enlaces covalentes,
de
equilibrio termodinámico y fases cristalinas,
mientras
siento cómo se va depositando dulcemente la nieve
sobre
la manta cálida
que a
duras penas mantiene los volúmenes de nuestros cuerpos gélidos
se
congela el vapor que filtran nuestras bocas
masticamos
lecho ácido pegado a nuestros dientes
la
humedad se enfría acartonando sábanas
provisional
hogar nacido en la borrasca
quizás
sea recuerdo, presagio, invención, desmemoria.
No
mendigo limosna del frío y sus misterios.
Buena
conocedora soy de sus estragos.
Prefiero
una oración corta a los dioses de los niños
rogando
por el derretimiento de las nieves permanentes
que
cercan los límites del bosque marcando nuestro exilio.
Y tras
cada golpe los círculos concéntricos
se
rellenan las grietas donde limas imborrables relieves
el
nuevo asentamiento de inhabitable isla.
Y yo te
amé te amaba te amo hoy tal vez quizás nunca quizás
absorta
en la mentira del amor inventado quizás sumida
en el
quizás cómo es posible si tú viviste vives vivirás inscrito en otros
mundos.
Rosa M.
Martín
A veces
contigo
Editorial Azul
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