Así
no más
Molinos
de viento funcionando,
una
fábrica de zuecos de trabajo,
una
fundición de estaño.
Y, por
supuesto, queso.
En el
concejo de ángeles
no
falta nada,
la asistencia
es perfecta.
La puntualidad,
estricta.
Aunque
fingidos
sus
gestos de amistad
son sinceros.
Tienen
mucho que hablar
pero el
entusiasmo
los
vuelve torpes
y
desordenados,
un tanto
inconexos.
Es que
no viven
dentro
de la realidad,
entran
y salen
como de
un cuadro,
o de
una estampita
que
bajo la lluvia
se
deshace
dejando
un arcoíris de tinta
sobre
la vereda.
Yo los
veo
tropezarse
y reír,
levantarse
con un
suspiro.
Se
besan o cogen,
o
simplemente charlan,
ya que
creen que el sexo
es solo
un pretexto
para encontrarse.
Viven
sin edad
y
sueñan los sueños
que
tenemos todos.
Quisiera
escucharlos
más de
cerca
pero
también los temo.
Me
recuerdan una historia
sobre
alfombras persas
pero es
larga
y en
realidad,
yo
estaba haciendo otra cosa,
que
tengo que terminar.
Tálata
Rodríguez
Un país
de ruinas y vos
Ediciones
Liliputienses
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