ACASO, porque te amo, creas que la fortuna
te ha
señalado; acaso, que el ciego escalofrío
de mi
cuerpo en tu cuerpo te ennoblece; que el frío
del
mundo es menos frio si abrigo la duna
de tu
pecho con la ola del deseo; que la luna
que me
alumbra, te alumbra también a ti; que el río
fuerte
que soy te entrega las aguas sin vacío
con que
inundas el tiempo, y en las que ninguna
tiniebla
se enraíza, porque he abatido el muro
que te
circunvalaba como el sol, y te he dado
el
júbilo y la sombra. Te alegras de que, oscuro,
te
humedezca de luz, pero has equivocado
esta
labor que ejerzo, este don que aventuro.
Porque,
amándote, yo soy el afortunado.
Eduardo
Moga
Tú no morirás
Editorial
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