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Mi hija crece mientras mi padre mengua.
Un desfile de células despojadas
el salón de la que fue mi casa
y la cabeza del que fue mi padre.
Las cortinas filtran
la luz manzana a la que huele Candela.
Todo en el mismo espacio.
Con los muebles y el espejo ante el que
crecí.
Abuelo y nieta se dan la mano.
Candela es estruendosa.
El abuelo arrastra su silencio hasta el
dormitorio.
Parece que se entienden.
Mi padre llora todas las tardes.
A veces, los pasos de ella le hacen
dejar de llorar.
Procura esconderse para hacerlo.
Es un hombre
y aún es joven para ser tan viejo.
Mi hija entiende a mi padre mejor que
yo.
Pero yo sé por qué llora mi padre.
Carmen Ruiz Fleta
Vida doméstica
Prensas de la Universidad de Zaragoza
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