El Pan es mi abuela Gertrudis, que todavía
niña fue a servir a Madrid, desde un pueblo de Palencia, y que luego casó con
un joven viudo con dos hijos muy pequeños a los que crió al tiempo que le daba
diez más.
El hierro es mi abuela Cecilia, que
nació en las minas de La Arboleda en Bizkaia, hija y nieta de mineros y mineras
y que muy joven bajó a servir a la ciudad de Bilbao y que era alegre y pequeña
como las ardillas.
Mujeres en el dar, silenciosas y
silenciadas, en 24 poemas en diálogo con su memoria, en un intento de darlas
las gracias, porque como dice Olvido García Valdés «el poema, es
lugar donde se nos permite hablar con los muertos»
Mi agradecimiento a lxs compañerxs de 4
de agosto y su festival Agosto Clandestino – Poetas en La Rioja, por publicar
este libro, darle voz y lugar. Un abrazo
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