POR ESO EXISTIÓ MUELLE
A saber qué
os enseñan en la escuela.
Hijos míos,
el dinero no llueve de las terrazas de aluminio;
ni es la
suerte un coágulo
de colza que
pasear como un diamante
calle adentro
de la piel. ¿No os enseña el maestro que el tobogán
es un pulso? ¿Qué
llegarán
las fuentes a
este parque cuando el aborto digno corra para los muertos?
En la
calamidad, hijos míos, no hay flechas de dirección
obligatoria.
Por eso existió Muelle.
Y este mundo
de las corazas diminutas hechas de poliéster. El cielo periferia
color jean,
las redondas gafitas
de cien mil
leguas de los niños que no pueden dibujar barcos.
No creáis al
maestro cuando os hable de muros
prisioneros
del hombre que los hizo:
¿verdad que
no es el beso
de quien en él
se ofrece, sino el cuerpo que se le hace un barrio
o una llaga
para dormirse
a su derecha?
Tampoco la
poesía es del escriba,
o el pan del
panadero, ni siquiera la cruz
de los cristianos.
Tampoco en la
intemperie, hijos míos,
hay flechas
de itinerario
alternativo.
Por eso existió Muelle.
Para que nunca
nos exiliemos de este álbum
(sigamos
siendo
todopoderosos
y tan rápidos y jóvenes los padres libres,
feligreses
los hijos).
Por la luz. Por el cuero
lactante de
este invierno: por
vosotros.
Martha
Asunción Alonso
Skinny Cap
Libros de la
herida
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