PARA
SABER SANAR
HAY QUE
SABER ENFERMAR
Apareció
una y luego otra y luego otra.
Era
verano y estaban por todas partes reproduciéndose como una plaga
antigua.
Yo
escuchaba sus latidos a través de la madera; te pregunté si las
cucarachas tenían corazón y tú me dijiste que no sabías de eso.
Conocemos
poco las cosas sencillas, pensé.
Nada nos
importa hasta que duele.
Luna
Miguel
Los
estómagos
La Bella
Varsovia
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