ASISTÍ AL PRIMER DÍA DE COLEGIO acompañada de un falda
y una madre.
Había un jardín antepuesto, dos tramos de escaleras, varias
aulas, un despacho. Había dibujos con plastidecores o lápices
Alpino cubriendo la pared.
Hubo una conversación de adultos.
Empezaba preescolar.
No haberme fijado en nada hizo, de cada día, una verdad
portentosa; y es que los ojos de metro treinta y calcetines
a media pierna no quieren miran hacia arriba.
Todo tan alto, tan luminoso, tan terrible.
Y yo, ahí, en medio, muda, escuchando poco más que mi
muñeca latiendo.
Marisa Bello
Riesgo de hidrocefalia
Tigres de Papel
No hay comentarios:
Publicar un comentario