IG3 de AMX
Jueves, 06.30
Nos interesan los dilemas comunicativos. Uno de los más conocidos es el doble vínculo. Se produce cuando una persona, o también, por qué no, una empresa u otra institución, emite dos mensajes contradictorios e imposibles de satisfacer por quien los recibe: «Me gustaría que fueras más espontáneo», o «Es que nunca das una sorpresa». La persona que escucha queda bloqueada: no puede planear un acto espontáneo, tampoco puede dar una sorpresa pues ta no será una sorpresa sino la obediencia a una petición, y en ambos casos temerá el reproche implícito: no lo estás haciendo porque te salga, sino que he tenido que pedírtelo.
Nuestra corporación emite a gran escala mensajes de doble vínculo, entre otros: «Tienes que disfrutar» ―pero ¿cómo va a ser disfrute obligatorio?―, una variedad del «Relájate», «Sé tú mismo», «Cumple con el mandato de no cumplir el mandato».
Quizá no lo saben pero el segundo frente abierto por la organización de Casilda ataca nuestras estrategias de doble vínculo, en concreto una que llamaríamos: «Honra las concepciones éticas que has elegido». ¿Dónde está lo contradictorio en ese aserto, dónde el dilema, cabría preguntar? Está en lo que no se dice: «Hay que ―y a continuación, pongamos― tratar a las personas como fines y no como medios», cosa que, se sabe, no se hará dadas las actuales circunstancias porque quien lo desea no puede hacerlo, y quien puede no lo desea.
Belén Gopegui Durán
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