GANANCIAS
Quede como el idiota en intenciones
de nube, y sean de aire mis ganancias.
Francisco Pino
Mi amiga Pura me ha llevado en coche
a pasear por las afueras,
aunque yo recordaba
toda esa zona como campo abierto,
ahora está urbanizada,
todo lleno de casas.
Pura dice que están ahí desde hace mucho,
mas también hace mucho que yo no vengo aquí,
no pensaba volver, sólo he dado un garbeo
en coche, como una turista.
Se han disparado algunos resortes del recuerdo
al ver raíles de tren en una cierta curva,
aquí se celebraban excursiones
en los días de San Isidro;
me acuerdo de las amapolas, de algunos rostros,
del viento atravesando la llanura
que es otra forma de decir océano,
un océano que también se pliega
a la mano lanzada hacia delante
dirigiendo el arpón.
Fuimos niñas tranquilas, guardábamos secretos,
jugábamos muy cerca del barrio en que nacimos,
teníamos que prepararnos
para lo que se avecinaba.
Por eso, hoy hemos ido al lugar donde jugábamos
en un coche muy viejo, haciendo mucho ruido,
burlando a los vecinos como entonces.
Al volver a la casa familiar,
las mujeres mayores me esperaban, hablando
de unos disfraces encontrados
en el baúl de los abuelos
cuando éramos pequeñas.
La tarde parecía recordarme lo que fui
y lo que he estado haciendo con mi vida:
la niña silenciosa que yo era
no pretendía el mérito,
ni la comodidad, ni tener cosas,
quería, simplemente, dejar aquella casa
enorme donde siempre hacía frío,
huir de los colegios, correr en los jardines.
Me reconozco en mi cuerpo
y me levanto de mi cuerpo.
El horizonte que mi voluntad
descubre no será menos feroz
que el llanto de la madre
o la casa cerrada a cal y canto.
No garantiza
una conciencia más ligera,
ni tampoco felicidad o calma.
Llamadme Ahab.
María Cristina Morano
La insolencia
Universidad Popular José Hierro
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