A-L-AS-D-E-A-L-Á
Y
estás solo en la sala en Alhoceima
de
losas amplias, la tan azul
la tan
umbría calabaza al sol.
¿Se
esconde la enrejada?
¿Le
rumbeaste el sudor?
¿Bebiste
perlas?
Si no
es así dime tú a qué viniste
a qué
viajar acá, tan lejos, a Alhoceima.
Vine —me
dices— a ensayar agudos
a llorar
sobre tu hombro
a
esconder mi cabeza entre tus senos
encontrar
huevos de golondrina
y
sorberlos gozoso
como de
niño sorbía la leche de mi madre
Y en el
recuerdo dejo crecer mis barbas de profeta
y en
homenaje crecen las algas en mi pecho
donde
tú te confortas
reposas
la mejilla abofeteada
la
mejilla horadada y oyes
el
resonar potente de mi voz impotente
en la
jaula de músculos
bajo
costillas temblorosas.
Vine —me
dices— a hacer recuento
de
lóbulos negros
a
mostrarse en zumos femeniles
en tus
aguamaniles
y si
fuera posible
en las
montañas de tu respiración.
Y digo
grandes bellezas impensables
escúchome
absorto
refléjome
en las niñas
mientras
el semen asciende por el tuétano
y abren
ellas la boca en asombro palpable
como un
calcetín.
Viniste
—dicen— a conocer tu propia soledad sedienta.
Bajaste
sollozón, pesadumbrado
de amor—y—paz
y viento cósmico
un
yogui occidental
desde
la indiferencia del azul
y cada
uno un cielo diferente
y
tantos como auroras en los puertos
de un
marinero siempre en tierra
donde
el agua se esconde y se huye del viento.
¿O
marchaste al albur
lanzando
un dado al aire, hecho veleta?
¿O llegaste
perdido, traicionero
en el
barco mágico de un carpe diem
a bordo
de tu aliento, envidioso de nadie?
Y
mientras mientes mientes
cuantas
coralinas pirámides buceos
en
huesos relamidos por los perros más pobres
urticarias
de hechizos y malarias
espejismos
de dengues
ese
horizonte suyo de abismos asfaltados
y
muerte muerte muerte.
¿Para
volver te fuiste
desde
otro cielo igual y diferente
otra
sedienta soledad de ausencia?
Y tú no
sabes, corazón, no sabes
a qué
viniste acá
tan lejos
a Alhoceima.
Amparo
Arróspide
Hormigas
en diáspora
Ediciones
de Baile del Sol
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