El cielo
puede caber en un charco
el
infierno puede ser
una
cama con las sábanas
de
seda.
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He
encendido una vela sobre su mesita
de
noche que pueda ver
si no
encuentra estrellas
por el
camino ansioso espera que alguien
de más allá de la sangre
le dé
órdenes copas
rotas marcas en las muñecas
de una
infancia con espinas.
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Poniendo
voz de náufrago se me pega a la piel
quería
convertirme en agua
muerta una vez
hace tiempo
me
perdí en el parque
música disfraces
y
ocultos entre las hojas de
las
palmeras ángeles hambrientos
roían niños.
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Disparos
me hieren en la frente chorros de
sangre
me
tapan la vista
algunos
curiosos me aconsejan que vaya
a
urgencias no sé
cómo
explicarles
que no soy
yo
quién
se está
desangrando.
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Avanzan a galope
blancos
rojos
negros
amarillos todos los caballos.
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De
jovencita quería ser amazona
la culpa un anuncio de Martini
en el
que una mujer con un vestido de tul
recorría
la orilla infinita de la mar
montada
en una yegua
blanca se dijo tiene cáncer no
sobrevivirá
al verano entonces quise
ser un
caballo alado
galopando
en la silla de la Muerte.
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Al abrir
las persianas florecían gladiolos
y rosas
silvestres cortaba un ramo
me
llenaba el pelo de pétalos hasta
que caballos desbocados
me
pisotearon el vientre.
Antonia
Vicens
Todos
los caballos
Traducción
de Rodolfo Häsler
Editorial
Pre-Textos
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