en
las redes caían los pájaros, antes
del
alba, condenados por la fijeza
de su
vuelo. Que nadie toque
sus alas
inseguras que apresaran
un día
el frenesí del aire. El hombre
nada
vale, asesina, nada valen
sus
palabras de triunfo
frente
al llanto de los niños.
Morían
muy despacio sobre mi podredumbre
como los
cerdos en la corte, sangrando
si
consuelo, o los gatos en el río. No volveré
a casa
porque el hombre nada
vale, ni
al patio de la escuela
con su
amargura de pedrada y tiza-
Que
nadie toque el corazón
de los
lagartos lapidados. Ni el sueño
de mis
alas.
Fermín
Herrero
Fuera de
Encuadre
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