El padre
cruel manda al niño tonto al bosque para que lo maten pero el
asesino no puede hacerlo y lo deja libre y a cambio le lleva al padre
el corazón de un ciervo y ese chico habla a los perros y a las ranas
y a los pájaros y al final las palomas le susurran las palabras de
la misa al oído, las repeticiones, una y otra vez al oído, y en
otro lugar yo susurro en tus oídos mensajes, mensajes de mí hacia
ti, acerca de la zona detrás de tus rodillas y delante de los codos
y sobre la cicatriz encima de tu labio superior, de mí hacía ti
aunque ahora estés lejos. Susurro, como el pájaro del cuento que te
leí, repeticiones dentro de la habitación donde me tomaste. Los
roles son los mismos pero cambian, siempre en movimiento, cambian
imperceptiblemente como la expresión de tu cara va de una sonrisa a
la seriedad inclinándose sobre mí bajo la luz tenue. Quiero
entonces un cuento para ti, en su lectura, en su escritura. También
heredamos cuentos, condiciones, caras, vejigas, corazones, débiles
y afectados. Su corazón está rodeado de agua, se ahoga, el corazón
enfermo, la enfermedad del corazón, la parte afectada, el pulso
medido en ti que a veces va demasiado rápido así que tomas
pastillas para desacelerarlo, para que se ponga sano y rítmico, no
alterado y aleatorio como otras cosas. Te deseo un cuento en la cama
donde cuelgan la luna cuando mueren los viejos para que brille
siempre sobre ti y nunca pare aunque no sea luz propia sino prestada
y cíclica. Me llevaré la luna, el préstamo, el robo y la
transformación de grande a pequeña. La luna más diminuta, ligera y
débil detrás de una nube en invierno, es la vista que elijo.
Siri
Hustvedt
Leer
para ti
Bartleby
Editores
Traducción
de Julia Piera y Chiara Merino
No hay comentarios:
Publicar un comentario