LEGADO
OXIDADO
Imagina
una ciudad donde nada
se
perdona tus actos se adhieren
como una
cicatriz, un tatuaje pero casi todo
se
olvida ciervo aplastado al saltar en una carretera en busca de
comida
la razón
exacta para afeitar la cabeza a la chica confusa
los
niños que maltratan ranas
—una
ciudad hambrienta de recuerdos pero absorta en recompensas
Imagina
la arquitectura el gobierno
a los
hombres y las mujeres en el poder
—dime
si no es cierto que todavía
vives en
esa ciudad
Imagina
una ciudad dividida divorciada de sus colinas
donde
templos y telescopios solían explorar los tormentosos códices
una
ciudad que tantea a través de la niebla
espesura
y alambre retorcido
en la
dialéctica aterciopelada de la noche
cloacas
que también son ríos
acuíferos
no catalogados del arte la fuente
abierta
de golpe en los jardines municipales que no se cierran de noche
Manoseo
las cuentas de vidrio que enfilé y me puse
bajo los
pinos mientras las detenciones continuaban
(ensartadas
del cuello a la ingle quise salvar lo que pudiera)
Trajeron
bandejas con vasitos de agua fría
al
oscuro parque un último gesto del pueblo
antes de
que los pueblos fueran desagarrados.
Intentaban
salvar lo que pudieran
—dime
si no es ésta la misma ciudad.
Me he
obligado a volver como una hija
llamada
a poner en orden la casa de su madre
sus
manos necesitan guantes horribles para tocar
las
medicinas la enfermedad envuelta en esa ropa blanca
Consumada
criminal he sido pero
¿puedo
consumar justicia aquí? ¿Rasgar las viejas sábanas de boda
para
hacer trapos del polvo? Hija desleal
como una
piedra pero con agua por sus pliegues
Dejad al
agua ser agua dejad a la piedra ser piedra
Dime si
es ésta la misma ciudad.
Esta yo
—¿debe,
debe yacer con una costra de óxido
atiborrada
de memoria en un lugar
de
pequeñas anécdotas sin que quede nadie
para
ir reuniendo la historia completa de la disidencia?
Se
oxidan sus manos y hombros piedra sus labios
sin
embargo gotean desde las cuencas de sus manos lágrimas
—¿por
una persona sólo? cada una tiene una ciudad enquistada.
1997
Adrienne
Rich
Poemas
(1963-2000)
Prólogo,
traducción y notas de María Soledad Sánchez Gómez
Editorial
Renacimiento