Ventana de abril 2011 por Pablo Müller
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Cuando uno muere falta al otro
su hermosa y oscura mitad.
José Hierro
Al morir Pablo Müller supo que dejaba de ser Pablo Müller
— esa mitad hermosa y oscura que falta al otro —
y seguía vivo siendo otro
Pablo Müller deja las palabras a medias
como restos en un plato de comida
invocando a reunirse consigo a los muertos
con palabras pendientes a los no nacidos
Al saber Pablo Müller que al morir uno falta
al otro su hermosa y oscura mitad
dedujo que desde aquel uno de marzo en la playa
era un ser distinto
— radicalmente distinto —
al que era antes de la muerte del hermano
Sintió desazón y miedo
durante años había adoptado una identidad falsa
Entendió entonces los desencuentros
que lo alejan de otros
— no eres el de antes —
Sacó de un cajón olvidado
documentos que lo fijan a un nombre:
una liquidación de despido
una vida laboral
una demanda de juicio
se preguntó si no suplantaba a alguien
si era delito
Tras el desasosiego la culpa: tantos años
usurpador de otro
usurpador de si mismo — dijo
y respiró tranquilo: un gesto previo a la serenidad
Pablo Müller se preguntó por el responsable
de sus desmanes
En cuanto fue capaz de restar la ironía a su pensamiento
se dejó la complacencia en el cenicero
vio el oscuro lugar donde eran sus palabras
refractarias al roce de su compasión y tristeza
frío agujero por el que se escapa el tiempo
Pablo Müller se dijo que era hermoso ese vacío
que se alimentaba de su calor y de su nombre.
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