miércoles, 7 de abril de 2021

TRES POEMAS DE DETENER LA PRIMAVERA DE MARTHA ASUNCIÓN ALONSO

 

 

 

 

Nostalgiar

 

 

 

Plataneros meciendo el corazón,

duendecillos de mimbre en las estufas

y el abuelo, que vuelve de la mina,

con pan de pajarines y meruéndanos rojos

(rojos eran tus labios cuando pescabas nubes,

de niño, por las Veigas)

 

Nostalgiar.

 

Crepitar de mazorcas en el horno.

Otoño en cucuruchos de papel.

 

Esta niña no sabe el padrenuestro,

ni la tabla del cinco,

ni estar sola.

 

El príncipe soltero del desván invisible.

Manchas chinas de aceite sobre papel de estraza.

 

Nostalgiar.

 

Quiero, abuela, hojaldres y una gripe,

cachorros callejeros a los pies de mi cama:

volver, lavarme el corazón con manzanilla.

 

Esta niña no sabe estar con nadie,

salirse de los cuadros del salón,

dibujar un sombrero… Ni una boa.

 

 

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Emaús

 

 

 

Pierre Lecoq, en la esquina de la Grand Place con Saint-Vaast, vende los mejores cruasanes de Béthune. Yo estaba en la lavandería mirando los tambores de aquellas secadoras cuando un mendigo abrió la puerta y me llegó el aroma dulce del hojaldre. Era el invierno. La soledad y los vasos de plástico junto al distribuidor de detergente y las monedas diminutas de dos céntimos. No sirven para nada. Crucé entonces la calle y pisé un charco y en el escaparate iluminado de Lecoq los cruasanes eran como juguetes caros, tan perfectos. El mendigo cruzó. Vino hacia mí. Le vi mover los labios para no decir nada, la taza de cerveza entre las manos con mitones y una manta isotérmina del SAMU flotándole detrás, como una capa triste de aluminio. Parece un súper héroe, ¿sabe usted? Era noviembre y fue de noche y los coches pasaban salpicándonos frío y a mi no me llegaban las monedas de cobre ni para la secadora ni un pastel. Puedo prestarle un euro -dijo entonces el héroe, amoratado, buscándome los ojos en el escaparate-. Puedo prestarle un euro, Señorita, si usted quiere. Parece ser que en árabe y hebreo “Emaús” significa “primavera templada”. Un alto en el camino.

 

 

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All You Need

 

 

 

Aquel dolor, la luz gigante en mi cabeza.

Cualquier autobús vale, cualquier mano tendida:

Esto es lo más al norte que has estado -pensaba-

Y estás sola. Sola con el dolor,

la luz hiriente,

un enjambre de bichos sangrando en los oídos.

Pronto escuché una voz, vi esas monedas

puras caer sobre la herida, poco a poco.

Sólo entendí: Deshielo.

Fue estallando el dolor, la luz, de mil colores.

 

 

 

Martha Asunción Alonso

Detener la primavera

 

Ediciones Hiperión

 


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