Nietzsche
estaba equivocado
«Dios ha muerto»
Friedrich Nietzsche
Dios
está mayor
Dios no
ha muerto todavía.
Dios
lleva unos cuantos siglos
jubilado
Baja
todas las mañanas
con su
chándal de estrellitas
y sus
manos a la espalda
a
contemplar el mundo.
Primero
hace un poco de ejercicio
en una
de esas bicicletas estáticas
que
ponen en los parques
Dios se
monta, pedalea
y
lentamente van girando las galaxias.
Luego se
sienta en un banco
a ver
cómo el sol riega las calles
con su
manguera de fotones
hasta
que se cansa y se dedica
a alguno
de sus pasatiempos favoritos:
incendiar
algún arbusto
separar
las aguas de los charcos
multiplicar
salmones y baguettes
convertir
el agua mineral en vino tinto
todas
esas cosas que le gustaba hacer
en sus
buenos tiempos.
Los
domingos por la tarde
Dios
juega a la petanca
con
sistemas planetarios muy lejanos.
Los
lunes madruga,
baja
andando al bar de siempre
y se
toma un carajillo
luego se
gasta en una tragaperras
algunas
trayectorias de los átomos.
Dios
está mayor,
se
aburre
a veces
se queda dormido
en
cualquier parte
la
última vez mientras roncaba
en su
sillón de nubes
aquí
abajo pasamos
dos
guerras mundiales
veinticinco
terremotos
y
algunos genocidios.
El pobre
ya no habla con nadie
y cuando
la gente reza
sube el
volumen de la lluvia.
Cada vez
recuerda menos cosas
y ya no
es tan omnisciente
como
cuando era joven.
Son las
cataratas del Niágara
las que
tapan sus pupilas
los
bosques nevados de Siberia
las
canas que le han salido en la cabeza
el
cambio climático
sus
problemas de la próstata.
Él, que
puso en pie la gravedad
que
alicató el solito la Vía Láctea
que en
su divina juventud
fue un
Dios salvaje
de esos
que por un pequeño enfado
desataban
sin pensar El Gran Diluvio
y ahora,
pobre
ya no le
quedan fuerzas
para
tanta omnipotencia.
Dios
está muy pero que muy mayor
cada vez
que sale de la ducha
y se
mira en el espejo
se
vuelve un poco más ateo.
El día
que Dios se muera
no habrá
grandes funerales
ni un
coro de alondras y cigarras
entonando
un réquiem
ni una
bella explosión de supernovas
Dios se
apagará despacio
con la
misma sencillez
con que
se apaga la luz de la cocina
en un
tímido rincón de su universo
sin
hacer apenas ruido
lentamente
como se
apagan siempre
las
grandes ilusiones.
Miguel
Martínez
Viajes a
una fresa
Algaida
Poesía
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