Habitación de hotel en Torrejón de Ardoz
En noviembre de 2012 por Pablo Müller
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«Y curas de sueño
entre mis pechos.»
Estelle Talavera Baudet
Pocas especies animales pueden vivir en una ciudad. Si esa ciudad es Madrid algunas menos. El Tejedor de J. Jesús Sanz pidió a David González que recogiera una selección de poetas que tengan tomado el pulso a una ciudad como Madrid.
¿Cómo se toma el pulso a una ciudad?
Desde la entraña, desde la animalidad, desde el sufrimiento y desde el goce.
De esta forma, y aunque aparezca en el escudo, Madrid no es ciudad de osos, es ciudad de lagartos, y además…
Los buitres en silencio de Alberto García-Teresa.
Los gatos callejeros y ratas oportunistas de Ana Pérez Cañamares.
Los gallos que despiertan de Ángel Petisme.
Los pájaros muertos que hay en la sangre de Bárbara Butragueño.
La milagrosa mariposa pelirroja de Carlos Salem.
Las perras en celo intentando guardar su olor de Deborah Vukušić.
Los perros cojos y los leones domésticos de Estelle Talavera Baudet.
Los cerdos, moscas, perros de Gsús Bonilla, que nos recuerda que éramos pequeños invertebrados cuando los réptiles dominaban el mundo, es decir ¿ahora?
Los gatos curiosos y los ojos de sapo de Isabel García Mellado.
Los gatos sentados en las piernas de José Ángel Barrueco.
Las perras abandonadas de Mada Alderete Vincent.
Los gorriones bajo la lluvia de Marta Noviembre.
Los mosquitos que pican y se ríen de Paolo Álvarez Correyero.
Pepe Ramos, atento a la esencia y origen de las cosas toma el pulso a los huevos de animales mitológicos.
La Única Puerta a la Izquierda
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Y Javier Das, en la ausencia del animal lo hace con las piscinas y las oficinas.
Atento al animal poético la ciudad, incluso Madrid, se hace, por entendible, más amable, aunque sea durante el tiempo que lleva leer estos poemas. Tiempo ganado a la barbarie humana.
Puerta del Sol, en noviembre de 2012 por Pablo Müller |
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