Las hermanas en el río, del archivo de Pablo Müller |
Hoy
dieciocho de julio del doce
hay estrellas que quieren acercarse más a la tierra
y los aviones vuelan con las horas distintas,
sigue la arena sin necesitar guardianes
y el pan y el musgo establecen al fin
relaciones bilaterales…
Hoy
el cielo es azul, un poco pálido
y hay mucha más luz que la que necesitan las hormigas
porque las únicas nubes son las que están en las memorias
y el mar es metálico
y la hierba parece recién pintada…
Hoy
los automóviles están discretos y solitarios,
las naciones han iniciado — de nuevo —
hostilidades con las certezas,
las furgonetas se detienen a pesar de las multas
para que los andamios aprovechen la música de julio
y bailen…
Hoy
los teléfonos cambian timbre por susurro,
evitan fechar los daños y reclaman las llaves maestras con las que los porteros abren las horas
y los albañiles
preparan las direcciones nuevas a las mareas
y los marmolistas
se elevan sobre el suelo
con los instrumentos y los ademanes de las siestas
y citan a las puertas de los cementerios
a las alegrías y a las canciones
para que paseen entre las piedras y éstas sean
cama descanso de las palabras tristes…
Hoy
hermano,
pintamos con el rímel de los boxeadores
tu nombre en la piedra de los desmemoriados…
Hoy
en las lluvias trazan con las aletas los delfines
la fiesta de los niños
y hay montañas de azúcar en las avanzadas horas
que asombran a los ratones…
Hoy
hacemos pie en el pozo
y con el impulso escribimos todos tus nombres, hermano,
el que conocíamos y los nuevos,
y los colocamos todos en las sendas de los acantilados,
en las acequias por donde marcha el agua de la lluvia
de mañana…
Hoy
las lágrimas y las cenizas se reúnen para hacer
las cuidadas preguntas a la alegría,
porque las reliquias acompañan siempre la necesaria risa,
con la que se amasa el pan de los amores jóvenes…
Hoy
mi hijo quiere conocerte, dice
que no basta con las antiguas fotografías
y las respuestas holgadas a preguntas ingrávidas…
Hoy
te reconozco en la memoria de las noches de marzo
en las salas de las maternidades,
discreta tu compañía,
un mediodía en el quirófano de las mujeres sonrientes…
Hoy
hermano, por la cicatriz de la garganta
se me escapan las gabardinas y los cabellos rubios
los silencios en las madrugadas a destiempo
y vuelven a mi cuello los gritos que se escaparon
una noche de ginebra con el mar borracho
y la respuesta no a la pregunta quién…
Hoy
tu nombre te ha encontrado
y está contigo y conmigo y con ellos,
los nuestros y los nuestros,
y el vacío que se achica se llena de manzanas
con la semilla del pájaro
y de los peces con la simpatía de los músicos callejeros
al fin
hoy,
hermano.