Hombres con camisas blancas de fiesta, hacia 1920 en Marañón, del archivo de Pablo Müller |
«y los que
murieron demasiado jóvenes reaparecen
con sus
gafas gruesas para terminar de leer el mismo libro»
Juan Carlos Mestre
Algunos libros tienen memoria. El libro de Manuel de
Julio Cortázar se acuerda de cuando nació mi hijo: estábamos juntos. Cien años
de soledad recuerda la página donde lo dejó mi hermano a su muerte. Era la 132,
de la octava edición del 22 de enero de 1985, de Espasa Calpe, el número 100 de
Selecciones Austral. Termina la página con esta frase:
«Más tarde
le construyeron un cobertizo de palma para protegerlo del sol y de la lluvia.»
Fiasco de Imre Kertész nunca olvida el 11 de marzo de
2004.
La tumba de Keats de Juan Carlos Mestre del día en
que cumplí los cincuenta.
¿A qué edad se empieza a escoger el libro que leeremos
a la muerte?
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