Nací De Colores
Permanecí
escondida durante largo tiempo,
dormí
bajo las hojas de un haya,
me
cobijé con las mimbres de un cesto
huyendo
de mí sin yo saberlo.
Nací
por donde el Sol se oculta
y nací
de colores
y con
astros adornando mi pelo,
al
alejarme de la Tierra todo eso lo fui perdiendo.
Mi
estela porfiada y testaruda
nunca
desistió,
siguió
tras de mí atenta en su espera
con la
misma paciencia con que custodia un ave en su nido.
Abandonada
y excluida como estuve,
sin
reconocer ni tan siquiera mi propio honor,
debo
entender que
la identificación
ha sido gravosa.
Quien
no quiera verme, está en su derecho.
Yo
determino cada mañana frente al espejo
lo que
veo y lo que creo,
ya se
izaron con el viento las hojas de haya
y los años
desvencijaron las mimbres del cesto.
Vivo
restaurando mis siete colores de nuevo.
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Por Derecho Propio
Me
vestí con la lana que quitaron a las ovejas,
la crin
del caballo salvaje fue mi verdadera melena,
habité
los bosques como loba hambrienta,
paseé
por el firmamento con alas de cuervo
y
cabalgué por las praderas, indómita.
Esa fue
la orden de nacimiento.
Llegué
sollozando a este planeta
a
reconocer el secreto y nadie me dio pistas,
mi
olfato fue tras la huella verdadera
aún
siendo loba herida y sin techo,
mi astuta
intuición
comulgó
eternamente con mi cuerpo.
Jamás
fui loba con piel de cordero.
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Confirmación
Reafirmarte
en un árbol
es muy
reconfortante,
verte
nombrada en su irregularidad,
querer
fundirte en su corteza,
desplazarte
en el tiempo
hasta
llegar a su pulso inicial,
conectar
con la savia de su memoria,
traspasar
su silencio
y
vestir con sus hojas la ignorancia
hasta
alcanzar la rama que confirme tu sueño.
Koro
Benito
¿Seré
arco iris algún día?
Uno
editorial
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