Ardió
por frío y fue conducido a ningún lugar. Acabó en una sombra que vista desde
acá parece un cerro de escombros. Animal el cuerpo se impacienta, Fulgura e
insiste. Sobreviene. Y qué sobrevive.
El
nombre
las
sílabas que descomponen un nombre
un
nombre que une un puñado de cuerpos
un
puñado de cuerpos que no conoce sus ligaduras
las
cosas que deja alguien al desprenderse de un mundo
un
mundo que abrocha cuando alguien desaparece.
Y
queda una idea.
Las
lápidas llevan inscritos los nombres
que
deseamos preservar.
Los cuerpos no tienen lugar ni en el discurso ni en
la materia. No habitan ni el espíritu ni el cuerpo. Tienen lugar al límite: borde
externo, fractura e intersección del extraño en el continuo del sentido, en el
continuo de la materia. Abertura, discreción.
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Saber
del propio peso
objetar
la ingravidez.
Que
queda
cuando
el cuerpo se inunda
o
se quema.
Se
fuga un volumen
caduca
y estanca
modifica
el espesor en el agua.
Julieta
Marchant
En
el lugar de la mano
El
ímpetu de un río
Ediciones
Liliputienses
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