Atardecer del uno de marzo, por Pablo Müller |
«¿Quién es mi padre en este mundo, en
esta casa,
al pie del espíritu?»
Wallace Stevens
Pensamos que a esa edad no se muere.
Así que hubo que buscar un asesino.
Cuando mi padre golpeó con su puño la
pared,
yo quería abrazarme,
supe entonces que podía matarme,
como lo hizo contigo.
En aquella casa donde el miedo era
el ruido de la puerta al abrirse por las
tardes,
se golpeaba con el
puño
las paredes,
en el almacén de las
herramientas
había varias hachas
pero un hacha no para un corazón,
y la guadaña cortaba la hierba a duras
penas,
cómo iba a ser capaz de segar
diecisiete años.
No había asesino. Reconocerlo duele.
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