«Como los primitivos enterramos al
gato
con su cuenco. Con las manos
desnudas
tapamos el agujero con grava y
arena.»
Jane
Kenyon
No enterró padre al perro en el jardín y luego dijo
que escapó de noche.
Nunca entró perro en aquella cocina,
ni abejas en el lenguaje.
No es buena forma comenzar con no ninguna frase.
No enterró padre aquel palo gordo de los golpes,
y luego dijo que lo llevó olvidado a la bajada del roble,
no lo dejó colgado tras la puerta como hizo su padre,
el tío manco que ordenaba los recibos las mañanas.
No es, lo sabemos, lealtad dejar este lugar
a los gritos de los vecinos,
ni oportunidad para cerrar enfado de medio siglo.
«…Advierte: son
las casas de la misma
sustancia de los sueños.»
Olvido
García Valdés
No es la tormenta el único fracaso del verano,
ni lo pesado el último clamor de lo importante,
las lluvias a la tarde reconcilian verano y tristeza,
y este peso a la espalda, — cinco libras de chocolate
para la merienda de los adioses —
Ahora son los niños los que hacen corro,
los que deciden los vestidos,
los que hacen juntos la hora dormir.
Luego nos abrirán las puertas, encenderán
las últimas luces, acompañarán algunas
lecturas.
22 de agosto de 2015
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