Academia de Cabellería de Valladolid. Agosto de 2012 por Pablo Müller
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Juan Carlos Mestre
al soldado que se le disparó el miedo en la garita de guardia, al final del otoño del ochenta y uno, en La Línea de la Concepción, Cádiz, en diestro disparo que acompaña la huida, y dejó junto al fusil que no quería, el recuerdo de los postres de los domingos de fiesta, que los niños aguardan a la espera de la familia…
como,
al soldado médico que lo bajó en sus brazos a la temperatura de la sangre recién vertida y dibujó el horror de la marcha en estampas con el negro y el blanco, pues el rojo se prohibía en los cuarteles,
y sobrevivir los dos soldados juntos con las palabras por qué y gracias horadadas en sus noches, el resto de sus vidas.
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