La atención llama al espacio o el espacio llama a la atención. En voz baja o a grandes voces.
Tarea del dibujo es preguntar quién curva a quién. Para que escribas tu respuesta tienes dos encerados vacíos. Dos veces la idea circula por el anillo como si fuera un riel cerrado en sí mismo.
Podría ser un cúmulo de nieve, podría ser una oveja preñada que bala, podría ser un cazo lleno de agua de lluvia a punto de desbordarse.
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Sentir tanto que la madera humana se haga astillas,
que se pulverice toda resistencia,
que el pasado sea una ráfaga de viento,
que no tenga la arena un desierto donde caer,
todo pensamiento borrado en su sitio.
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¿Quién era yo en el río?
¿El alga arrastrada por el agua o el agua?
Quizá era la piedra que brillaba
como fruta madurada en el lecho.
La caricia que ha llamado a mi puerta
continúa su camino.
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El pensamiento viene con el frío,
con la nieve de otro siglo.
Me arropo con la pelliza del pasado
y contemplo el fuego
como la pupila de un lienzo.
Calmado en sus evoluciones,
el sombrero de los viajes
vuelve sobre sus pasos.
Menchu Gutiérrez y Pedro Pertejo
Huésped del otro
Árdora Ediciones

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