El polígono, Gipuzkoa, noviembre de 2015 por Pablo Müller
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«Una poeta escucha la cadencia, las infinitas voces
del mundo —las emancipadas, las que son esclavas— y que nunca coinciden, ni
están en conformidad con el mundo. Un poeta recuerda las escrituras que lo
preceden, las que vendrán, las que todavía no nacieron. Una poeta admira las
imágenes que brotan de la veloz materia que es un acorde, un sueño, una voz. Un
poeta sabe que las palabras nunca tendrán poder para armonizar. Que ningún
poema será señor de sí, ni del idioma, ni del mundo.»
Chus Pato - Hordas de
escritura seguido de Secesión - Amargord Ediciones
Hay lecturas que fundan el presente y se quedan en
él.
Aún cuando la recuerdo, incluso cuando imagino, algo estéril, las mismas en
el futuro, esas lecturas están en su plenitud.
Por eso son presente.
«Mi voz
He nacido una noche de verano
entre dos pausas. Háblame: te escucho.»
Vicente Aleixandre –
Espadas como labios
Las pausas al nacer son, dice Aleixandre, la
invitación al otro a hablar, el anuncio al otro de que es escuchado.
El otro no
es otro sino nosotros, un yo expandido que invita y anuncia hasta desaparecer, otro
plural y comunitario.
El yo la voz, el nosotros la poesía.
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