Torre Iberdrola por Pablo Müller con poema de Jorge Riechmann
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el piso treinta del rascacielos sueña
que no necesita cimientos
Jorge Riechmann. El común de los mortales
Una vez que ha dejado el suelo, el rascacielo, olvida por donde llegaron los ladrillos, el color de las vigas que le abrazan, y los nombres de los trabajadores despedidos.
La poesía vertical entre el corazón y la estrella, ¿puede atravesar el rascacielo?
Gloria Fuertes dice que con tanto acero se pueden hacer muchas cunas, con tanto cristal todos los espejos necesarios.
Al caminar a su lado, ¿hay que buscarle los ojos al rascacielo? ¿mantenerle la mirada?
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