Lugar de Roñes en Marañón, febrero de 2004 por Pablo Müller |
Pablo Müller nunca supo
que la noche le pasó por
encima
y noche y alcohol dejaron por este orden:
el cuerpo en fiebres
distinto pulso
y la respiración de los insectos
jornadas sin trabajo
serrín en la boca
los dedos húmedos
y alboroto en los pensamientos
— jauria de perros encerrados a la espera de la batida
—
Pablo Müller nunca supo
si tomó su coche
si puso rumbo a ningún lugar
despreciando los controles de alcoholemia:
a ningún lugar y no fue así.
Las carreteras se agotan
puede que abandonara el auto
seguir a pie
y ya una hora amanecido.
Pablo Müller nunca supo
si los árboles caídos eran de la tormenta
el número torpe de las respuestas
— las respuestas pesaban dentro —
la razón de los olvidos,
el alma mezquina del interlocutor
el diálogo con los espejos.
Pablo Müller nunca supo
por el desliz de sus pies
en el musgo
restos de un polvo sombrio,
borracho, estima herida.
Pero el bosque se construye
de luces y periferias
con el ruido seco de las hojas
un ciclo de existencia,
cien kilómetros y amanecer.
Pablo Müller se sentó sobre una piedra
encontró un vacío antiguo
una luz de lágrimas
y compañía al llanto seco.
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