Dulce Chacón |
Dulce Chacón, como luego Margaret Atwood, nos muestra una puerta para llegar a su poesía:
¿Acaso no es prisión
una puerta
que sólo pueda abrirse
desde fuera?
¿Y no es más cierto
que también es prisión
poder abrirla sólo
desde dentro?
Y más,
poder salir y entrar,
dejarla abierta
salir y entrar,
dejarla abierta:
Tras esos dos puntos siguen los poemas de su obra completa, con el título Cuatro Gotas (EllagoEdicionesPoesía) por los cuatro poemarios que Dulce Chacón publicó. Un título humilde y preciso.
Arrigunaga en febrero de 2011 por Pablo Müller |
El primero es Querrán ponerle nombre (1992) que inicia con el poema mencionado: una puerta, luego una idea, un tren donde un minuto nunca dura sesenta y un segundos, un domingo a la intemperie y un beso de limpias carcajadas. Dulce Chacón construye sus poemas con geometría y espacio:
Se encontrarán
el tiempo y el olvido
en un ángulo recto
Y es capaz de guardar la sombra de su derrota, recordarnos que el tiempo —el pasado—y el espacio —el lugar— son las marcas del morir.
El segundo es Las palabras de la piedra (1993) un naufragio sin mar donde los poemas tienen minuto exacto y el desayuno es de pan alegre.
Chimenea con reloj en Legazpi febrero 2011 por Pablo Müller |
La tercera gota es Contra el desprestigio de la altura (Premio de poesía Ciudad de Irún, 1995)
Dejad que la cautela
encuentre su linaje
El dolor se acopla a la herida
La voz dormida
al lado de la boca
Es la voz dormida el título de su memorable novela sobre las 13 rosas, episodio de cruel represión de los primeros tiempos del franquismo.
Llamemos a nunca
todavía.
Para cambiar los nombres que distraen mucho, y nombrar la esperanza, por ejemplo, barco, y al marino, héroe, al trabajo labor, jornada y tallo, y al salario sueldo, fruto o viento. Como dice Dulce Chacón pongamos un nombre cada día. Y así hoy día se dice humano y mañana, aniversario.
Digo rostro de arena
y digo labios
y párpados de arena
y digo manos
y caricias
de amor, de arena.
Y digo viento.
Racimos de arena en el tiempo de los vientos. Un rostro y unos labios y los párpados que lo completan a la distancia de una caricia de las manos.
Arrigunaga en febrero de 2011 por Pablo Müller |
La soledad es amarilla
y se te cuela
Un color se hace con el espacio que te pertenece, un color se hace permanente tristeza y expulsa a la alegría.
Sé que vais a medir
el tiempo que tardáis en pronunciarlo.
Y yo quiero desmesura
Desmesura frente a la miedosa contención, vértigo contra la medida, y entre todas las palabras que maneja Dulce Chacón el tiempo que se vierte.
De los días y las horas
nada os dejo.
Hay desagües que no conocen su destino.
Desagüe para un recuerdo, desagüe para escapar el poema. Cañerías por las que trascurren los libros, sumideros para sumar jornadas.
quítale al palmo su medida
Si le quitas al palmo la medida queda el gesto que inicia una caricia que no compara, ni comprueba, ni modera.
el recolector de los días usados
Añade a lo ordinario un juntar de personas, reunión de jornadas, deslucida la reunión, penoso trabajo.
La cuarta gota es Matar al ángel (1999) y ahí Dulce Chacón nos reconoce que:
Ahora sé por qué el silencio
huele a grito
en su poema El exilio. Luego en También los niños explota en un torrente con palabras, despacio, dolor, blanco, ausencia, llanto, dolor, flor, palabras, madre, padre, ángel, palabras, dolor, dulzura, temprana, cruel, ocultas, ojos, maternal y última.
Se despide
Es hora de cambiar de sitio
a tu nombre.
Encantado de conocerte Dulce Chacón, gracias.
Ellago Ediciones ISBN 978-84-95881-27-4 140 x 200 mm 190 páginas |
Cuatro gotas se leyó en Lantzarte, entre el día 26 y el día 28 de enero de 2011, como consta escrito en su primera página y queda guardado en una estantería de oscura madera entre libros de Luis Cernuda y Antonio Colinas.