VII
EN ESTE TERCO SUBURBIO
DE LA ESPERANZA
(fragmento)
Y este hombre que avanza en la multitud
ha pisado idénticos cascotes, las mismas
huellas
de lo irreparable y ahora asciende solo
entre muchos
(una soledad tan honda como ausencia de
tiempo,
súbita evaporación del pasado y futuro)
para que se cumpla
lo ya escrito en el libro de la vida:
solitario
él va subiendo a los montes del
protodolor
y sus pasos no se oyen siquiera desde el
mudo destino.*
Es tanto el cansancio, la pesadumbre, el
ajeno envilecimiento
tan trabajoso el camino, tan angosta la
jornada del desamparo,
tan inútil la palabra, los pesados pasos
de un futuro inexistente.
Y no hay en ese dolor, en esa
multiplicación
de desgracias, en la caravana de los
desvalidos, los justos,
los inocentes, en ese tropel de pueblo
hermanado
en la dignidad de un fracaso sin fronteras,
en este
caminar despacio, sin fuerzas, hacia el
desastre
o la aniquilación, no hay siquiera espacio
para reparar
en lo perdido pues aquí (en este embarrado
descenso)
todo es pérdida, clausurada nostalgia,
olvido de lo que no sea
permanecer, arrastrarse, traspasar frontera
y ser bulto en la noche, un bulto entre los
bultos,
temblor de madre y hermano, un viejo que
espera
sentado entre raíles, más allá de la
vida vivida,
más acá del sueño, de descansar al fin,
un viejo
que nada espera, cuando cae la noche y el
frío y el estupor.
Antonio Crespo Massieu
Elegía en Portbou
Bartleby Editores
* la cursiva son versos de Rainer María Rilke
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