4 h. La gran escapada
Cuando alguien escapa
se alborozan estantes y bisagras,
rugen los sacapuntas,
se abalanzan de gozo las chinchetas
y la jurisprudencia
se quita las comillas una a una
al ritmo sabrosón de la impresora.
Cuando escapes recuerda con nostalgia
la expendedora fiel de refrigerios
y dedica un adiós entrecortado
—con un ojo contento y otro triste―
a las humildes ratas de escritorio
que heredarán tu mierda.
Esther Giménez – Díptico a dos velas
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