viernes, 31 de diciembre de 2021

BITÁCORA DEL FINAL DE 2021

 


 

 

 

El mar tiene otro tiempo que no alcanzamos a medir.

 

Podemos acercarnos con compasión los vientres de las ballenas de hierro que guardan la esperanza de un puerto.

 

La duda antigua de que la esperanza es vana tal vez explique el desasosiego que produce un mercante en mar abierta a la espera del atraque.

 

Porque el mar tiene otro tiempo.

 

Y por eso, tal vez, la playa sea ese lugar mágico inasible de diciembre.

 

En otro tiempo, ese barco que espera estaría cargado de esclavos y fiebre amarilla. Es posible que el tiempo a la orilla intente decirnos algo que seguimos sin lograr entender.

 

¡Que nuestra alegría sea tan cierta como nuestra ternura!

 

¡Feliz feroz 2022!

 

 

 




jueves, 30 de diciembre de 2021

FRENTE DEL SILENCIO UN POEMA DE ENTRE TEMPORAL Y FRENTE DE CELIA CARRASCO GIL

 


 

 

 

FRENTE DEL SILENCIO

 

 

 

Esta tarde te pido, compañero del trente antitético,

que no rompas mi condón con tus palabras,

que no dejes que tu espada negruzca atraviese

mi límpido pecho virgen todavía.

Te suplico

que no tientes a mi voz desnuda con morfemas,

que no permitas

que tus tinteros violen mis labios a cañonazos,

mucho menos hasta que la conjunción

de su temblor y mi miedo

haga que se me corran los versos.

 

Te suplico, además,

que no traspases mi silencio al comienzo del escrito.

Tan solo reclamo una elipsis,

una tierra de nadie donde acampar,

y a ser posible,

una ínfula de respeto que impida

que la ofensiva del bando corporal

arranque a mi piel

esa pueril postilla albina recién asentada

para teñir de sangre derramada

la ventana transparente del tiempo.

 

Te lo suplico,

y lo seguiré haciendo aunque ya haya sucedido;

aunque haga meses que mis poemas

hayan recorrido la desgarrada laringe de papel

para continuar con su lucha.

 

Aunque lleve semanas consintiéndoles revivir

cada noche

el dolor del combate original

y el placer del poema primogénito,

siempre en la búsqueda del afecto

en el circular campo de batalla.

Del goce de la literatura

a caballo entre la vida y la muerte:

en el encabalgamiento de armonías

entre temporal

y frente.

 

 

 

Celia Carrasco Gil

Entre temporal y frente

 

Papeles de Trasmoz

Olifante. Ediciones de Poesía



miércoles, 29 de diciembre de 2021

CON LA TETERA AL FUEGO (PLEGARIA) UN POEMA DE EROSIONES DE ROBERTO MEZQUITA ARNAIZ

 

 

 

 

CON LA TETERA AL FUEGO (PLEGARIA)

 

 

 

¡Oh Señora de los Ríos que Confluyen!

no permitas que tengamos que dormir solos ni

siquiera en la mitad de las ocasiones.

No nos dejes deambular perdidos por sórdidas

estaciones sin que nadie salga a recibirnos.

Acércanos tantas caricias y abrazos como gotas

traes a nuestra ventana en los días lluviosos.

Déjanos despertar a menudo entre besos

profundos, como cafés bien cargados.

 

¡Señora de los Ríos que Confluyen!

puebla nuestro lecho de risas y de poemas,

de canciones y de ingeniosos juegos.

Sírvenos durante la contienda especiados

chocolates y vinos turbios, las frutas más

jugosas, los dulces más exquisitos…

 

Concede a nuestros labios el poder de

pronunciar a un tiempo las palabras más

procaces y las más tiernas.

 

Haz que viertan las mermeladas, que hierva

el agua, que goteen las mieles, que se abran las

compuertas, que se filtre la ambrosía, que se

desborden los ríos, que el polen se precipite…

que las ropas y las dudas salten por los aires.

 

Entréganos todo el tiempo del mundo

y líbranos de cualquiera de nuestros

quehaceres.

 

Y después, y si no es mucho pedir

¡Oh Señora de los Ríos que Confluyen!

envíanos el más reparador de los sueños

para que podamos volver a comenzar

en cuanto sea posible.

 

 

 

Roberto Mezquita Arnaiz

Erosiones

 

Poesía Garvm


martes, 28 de diciembre de 2021

CUATRO POEMAS DE TODO AJENO DE NATALIA LITVINOVA

 

 

 

 

Otro nacimiento

 

 

Le arranco los botones a la camisa del que no la lleva.

Es lo primero que hago con desesperación

sabiendo que es cosa última.

Porque en el principio fue la desnudez y solo después

alguien creó al hombre.

Y cuando se distrajo, aparecí yo.

Me senté muy cerca, mi jean roto en la rodilla,

su dedo acarició la piel.

 

No recuerdo haber tenido otro nacimiento.

 

 

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Cadena alimenticia

 

 

Cuando quise decir tu nombre

me nacieron flores en la boca.

Negras, con un centro de estrellas.

Las abejas intentaron libar su néctar

y succionaron tu nombre venenoso.

 

 

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Cómanse mi nieve

 

 

Susurro a los pájaros salgan de los poemas

cómanse mi nieve.

Susurro a la nieve fuera de mis poemas,

vuelen huevos de los pájaros,

Que el cascarón de la quietud no los devore.

 

 

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Polvo

 

 

Mi voz no parece salir de mi voz sino de otra garganta

que yace en la profundidad de la mía.

Soy como un conjunto de muros que rodea lo que soy.

Alguien tuvo que haber construido esta muralla.

Si hay hombres que vuelan como plumas, ¿por qué yo no me

muevo cuando me muevo? Huelo a piedra y polvo,

llevo huellas de los que me tocan.

Soy polvo, piedra. Y no sé quién es mi padre.

 

 

 

Natalia Litvinova

Todo ajeno

 

Vaso Roto poesía


lunes, 27 de diciembre de 2021

FOTOGRAFÍA #8 Y FOTOGRAFÍA #9 DE (FOTOGRAFÍAS) DE DIEGO L. GARCÍA

 


 

 

 

(Fotografía #8) Telas de araña

 

 

 

un comienzo donde lo negro no sólo es parte lúgubre.

puede brillar y en contrapunto dejar que la historia

desbarranque de su maqueta: una ciudad

en sábado regular yendo y viniendo

de sus malas invenciones.

escribo en el celular como si escribiera en el reverso

de esa foto. expuesta o no. ante un espejo

digo: la captura de un rincón

con goteras y música tributo pocas veces

podrá restituir el pulso de una vida mejor.

sin embargo no es entendimos— la duración lo que hace

a una gran novela. un sujeto cruza

entre rostros de Halloween y telas de araña.

pronto se pierde en sus repeticiones

con todos los dulces

de un acontecimiento sin epílogo

 

 

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(Fotografía #9) Chicago chicken

 

 

 

como si cortaran la luz y las cosas

entonces mejoraran

así se mueve la ciudad. alguien se levanta

y hace los pasos en reversa a ninguna parte:

se ducha y como pensando

que ya casi sonará el despertador.

toma un taxi que no conoce las calles

y lee un diario en una lengua inexistente.

parece haber comprendido

que la única meta es ese trayecto

en el que X vuelve a ser X sin variables

de velocidad ni dirección

(en el menú

“Chicago” resulta ser una palabra ideal).

en el río hay camalotes en miniatura

que llevan imperceptibles vidas

al mejor punto posible de la cámara

 

 

 

Diego L. García

(Fotografías)

 

Ediciones Liliputienses


domingo, 26 de diciembre de 2021

POEMA VI DE POEMA DEL SOLDADO DE ANGELINA GATELL

 

 

 

 

VI

 

 

 

Señor, ¿morir es derramarse?

¿Diluirse en las aguas

tranquilas, inocentes

y subir por los tallos

de la vid o del brezo?

 

¿Morir es esparcirse, ser en todo?

¿En la lluvia, en la luz, en la mañana…?

¿Cuajarse en el rocío?

¿Afluir en los celajes?

¿En los amaneceres?

 

Señor, los que mueren aquí,

en este espacio donde estableciste

tu mano enfurecida;

los que caen rotos

por la metralla,

en el horror deshechos;

los que se abren en un múltiple

florecer de amapolas;

los que dejan el último gemido,

la última voz, el último silencio

colgando de la tarde;

los que mueren de pronto,

casi sin darse cuenta,

sin sentirse caer hacia la sima

donde espera una noche

sin posible regreso;

los que quedan aquí tendidos en la tierra,

boca abajo en la tierra,

con el pecho en la tierra,

los que quedan aquí, acabados,

esos hombres

silenciados de súbito,

helado el beso entre los labios,

interrumpido el curso de la sangre

que nunca extenderá sus ramas

frutales por el viento…;

dime, ¿acaso

hallarán el sosiego

como aquellos que mueren

colmados y cumplidos,

los que agotaron horas y más horas

celebrando la vida que les diste?

¿O serán los que, insomnes,

alzarán su sonido,

la enloquecida música

de su ira

y golpearán tu nombre

y los nombres de todos

los que sobrevivieron

a la nada ordenada, por quién,

en qué momento?

 

 

 

Angelina Gatell

Poema del soldado


Lectura de Sandra Santana

 

Bartleby Editores