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miércoles, 15 de febrero de 2023

CINCO UN POEMA DE LA VIDA NO ERA ESTO. QUIERO HABLAR CON EL ENCARGADO DE PEDRO A. CRUZ SÁNCHEZ

 

 

 

 

Cinco

 

 

De la cola del Mercadona nunca va a salir un poema ganador del

Premio Loewe     Falta equipamiento lírico y sobran metros de

distancia entre los cuerpos     Son las 8,45 de un día cualquiera del

estado de alarma     Me siento estómago     como siempre que me

encuentro mal     Acabo de tomar una taza de café de macchinetta de

8 euros     que hace del sol en mi cara un reflujo a precio de ganga 

No se puede caer más barato.

 

 

La ley no me deja pensar con la polla     Nada sucede en mí que no

esté publicado en el BOE     Si el gobierno no especifica que me puedo

empalmar     mi cuerpo es disciplinado y se abstiene     Como buen

ciudadano     se limita a esperar en el punto muerto del deseo     que es

una bolsa de rafia     La presiono contra mi costado izquierdo para que no

caiga al suelo     Y me doy cuenta de que jamás he sentido tan cerca la

piel de mi hijo     Lo tomé mil veces viniendo del colegio     pero mi

miedo nunca se adhirió tan fuerte a su cuerpo     El pánico de verdad

solo se expresa en lo inútil     Es el lujo que nos permitimos los que

hemos perdido las ganas de follar.

 

 

Y si     tiene razón el tipo de atrás     una mujer que acaba de llegar

quiere colarse     Y a mí me parece el único espécimen humano sensato

de la escena     Alguien que desafía la ley del más madrugador     el

absurdo de estar en la línea del Mercadona para ganar cinco segundos en

el acceso y tener el único honor que nos queda en estos días     satisfacer

la ansiedad.

 

 

El pop murió el mismo día en que cerraron las iglesias     A ambos los

mató el gel hidroalcohólico     La mujer que se había colado le dice

ahora a la de al lado que no quiere colarse     tan solo evita el sol en

la cara     Acabo de perder una heroína y una razón sobre la que

reconstruir mi libido     la irreverencia     “Señora     no se acojone

ahora     que está en juego mi vida sexual”     Pero me asombra la

manera en que el civismo ha acabado con todas las expectativas de

vida     Hasta el más sensato vuelve a la cola del Mercadona para frustrar

las caricias     Si me fuera ahora y no entrara     le mandaría un mensaje

de esperanza al mundo     Pero soy civilizado como el que más     y hoy

tampoco escucharé música     “Buenos días     le digo a un vigilante de

seguridad     la vida no era esto     Quiero hablar con el encargado”.

 

 

 

Pedro A. Cruz Sánchez

La vida no era esto. Quiero hablar con el encargado

 

Ediciones Liliputienses


viernes, 25 de marzo de 2022

"PARCHETUMORMORFINA" UN POEMA DE PEDRO A. CRUZ SÁNCHEZ EN EL OLEDOR DE PRETZELS

 

 

 

 

“PARCHETUMORMORFINA”

 

 

 

Después de la primera clase se acerca un alumno de

unos cincuenta años    con un parche en el ojo derecho

y me dice

“¿Te he contado mi problema?”

De inmediato le contesté    “No”

Y su problema lo resumió en una pocas  y vacilantes

palabras 

“Tengo un tumor cerebral    Puede que me

veas salir de clase    Será porque necesite morfina”.

 

Mi historia comienza ahora    a solas en el aula

con unas pocas líneas de luz que se cuelan entre los

estores del fondo.

 

El silencio es liso    sin rodeos    directo al centro

de los oídos    Me abrasa el esquematismo de este

después    pupitres vacíos y nada que guardar en la

mochila    ningún suceso inútil que pliegue esta llanura

de desolación    y distraiga la perplejidad de los

pensamientos.

 

Aquella terapeuta a la nunca más fui me diría    por

75 euros a la hora    que no viva lo que no es mío

que reduzca y deje caer la piel muerta de los otros

Pero ya es tarde para curarse con remedios tan

simples    Mi cuerpo tiene un dolor propio    distinto

al de mi nombre    al de mis ojos sanos    Para él

los demás solo existen porque anuncian su muerte

Es la única forma de no estar solo que conoce    de

sentirse vivo entre muchos    un lugar cierto

de barro    en el que nadie desaparece sin dejar huella

Sabe que vive por el adiós de los otros.

 

Doscientos metros más tarde    tres pasillos y decenas

de escalones    bajo el sol impertinente de septiembre

espero el autobús    con mi cuerpo de él    con su

cuerpo mío    No hay sombra en la que tomar refugio

como no hay un nombre al que referirse

Después de todo ni siquiera sé cómo se llama    y ese

vacío de identidad lo llenan palabras como “parche”

“tumor”    “morfina”

¿Quién merece renunciar a su

nombre por una enfermedad?    ¿Acaso son solo los sanos

dignos de un rostro?

 

Malaventurados los que sean cuerpo a ojos de los otros

porque ellos serán enfermos    Y no quiero ser de esos

que ven el miedo y no la persona

Tú    “parchetumormorfina”    querría nombrarte y

devolverte al mundo de los sanos

Si soy sincero    quizás lo desee por puro

egoísmo    para que ya con rostro    curado

puedas aportar algo de esperanza a mi cuerpo.

 

“Todavía me erizo cada vez que lo cuento” quema

la marquesina de autobús    “no me lo creo”    y la

piel no separa la vida de la muerte    “aún no”.

 

Me llamarás dos veces    meses después    al teléfono

de mi despacho    Te identificarás como el tipo del

problema en el ojo y en el cerebro    En ambas

ocasiones me dirás tu nombre a continuación    y

yo    incapaz de escuchar más allá de “ojo”

y “cerebro”    no podré recordarlo

Te empeñas en presentarte como cuerpo y no me das

oportunidad de conocerte como nombre    Todavía

no sé quién eres    “parchetumormorfina”

 

 

 

Pedro A. Cruz Sánchez

El oledor de pretzels

 

Ediciones Liliputienses