martes, 31 de agosto de 2021

SEVERAS UN POEMA DE CONSTRUCTION TIME AGAIN DE TS HIDALGO

 

 

 

 

Severas

 

 

 

Restricciones presupuestarias

dijo el electrocardiograma,

y pacientes sobre blanco roto pared fondo:

enfermos graves,

cuando no de levedad,

o también terminales;

enfermos, dijo,

enfermos, todos,

en un pasillo:

también han de ir al cielo,

como los angelitos negros;

hay otro pasillo,

y otro

(y otro, otro, otro,

otro, otro, otro,

otro, otro, otro…);

de todos modos,

nadie se ha postulado para suicida;

severas

restricciones presupuestarias,

y yo consigo un espónsor:

alguien que me habla al oído

sobre el nuevo proyecto de móvil

que elimina la obsolescencia programada

(en parte);

severas

restricciones presupuestarias,

en El Dorado de eficiencias

y sinergias

por descubrir:

un sistema, en definitiva,

prostituido

(drogas a cambio de cariño):

para qué por tanto recurrir al Ager Publicus:

siempre podemos confiar

en que sean nuestros propios millonarios

quienes se hagan cargo del asunto.

 

 

 

ts hidalgo

Contruction time again

 

Huerga y Fierro editores


lunes, 30 de agosto de 2021

ALGUIEN DICE UN POEMA DE ME MUERO DE ISABEL BONO

 

 

 

 

alguien dice

 

 

 

hubo un bosque y nos llamaba

hubo ramas y crujían

hubo insectos y crujían

sus esqueletos ramas secas

y crujían

 

cada esqueleto que piso

un bosque menos

el minúsculo zumbido del dolor

poniendo fin

al eterno verano del incendio

 

no hay agua

no hay oxígeno

capaz de detener un incendio

no hay pulmones

no hay piernas suficientes para huir

 

alguien podó meticulosamente

nuestras extremidades

para hacernos más fuertes

para hacernos crecer

más fuertes

 

pero solo fuimos troncos huecos

carcomidos por la risa del miedo

 

la risa del miedo nos empuja a creer

 

alguien dice

hay un bosque donde cada insecto

moja cada mañana sus alas en miel

 

se acabó el zumbido del dolor

se acabaron las madrugadas inútiles

se acabaron las ganas de huir

 

la luz del sol entre los dedos

ramas desnudas nuestros dedos

estrechando el cerco de ese dolor

hasta ahogarlo

entre nuestros dedos

porque hay un bosque y nos espera

 

alguien dice

que alguien me llene la boca de saliva

antes de continuar

 

hemos llegado hasta aquí

hemos dejado atrás

el dolor y el incendio

y el dolor que sigue al incendio

hemos dejado atrás

cadáveres exquisitos

y un amor

con las alas mojadas en miel

 

no es humo ni ceniza

lo que ahora nos ciega

 

 

 

Isabel Bono

Me muero

 

Bartleby Editores




sábado, 28 de agosto de 2021

LOS SERES INTOCABLES UN POEMA DE TRILOGÍA DE LAS SOMBRAS DE ENRIQUE FALCÓN

 

 

 

 

LOS SERES INTOCABLES

 

 

 

Jorge Semprún leía a Paul Valèry en el campo de

concentración de Buchenwald

 

(y era en las letrinas

donde él y sus compañeros recitaban

también a Heine, juntos a coro,

cuando en los domingos santos de las letrinas

los hombres eran siempre menos vigilados)

 

 

En el mayor campo de concentración para mujeres en

territorio alemán, Vlasta Kladivova recopilaba

poemas y poemas

 

(que su amiga Vera ilustraba,

antes de guardarlos bajo su litera,

con tinta de colores sustraída

de los barracones de los oficiales)

 

 

En el campo Uno de Gusen, entre descanso y descanso,

el poeta Jean Cayrol escribía su Canto a la esperanza

sobre una tabla de madera a modo de mesa

 

(lázaro

recuperado a la vida

por la acción de Johann Gruber, aquel sacerdote

con identificación 43.050

que sería después torturado,

durante tres días seguidos,

antes de morir en manos de las SS)

 

 

Primo Levi recitaba el Canto de Ulises según Dante

acompañando a su amigo en la fila de la sopa

 

(y Jean Samuel

se preguntaba por qué en el Lager de Auschwitz

había interrumpido

—precisamente—

aquel pasaje del Infierno)

 

 

Jozef Czapski impartía conferencias sobre Proust en

los refectorios del campo de prisioneros de Griazowietz

 

(esas horas felices

que, según él,

aliviaban la herida colectiva

tras la matanza en el bosque de Katýn)

 

 

En los diversos kommandos asociados al campo de

Mauthausen, el catalán Joaquín Amat escribía sus

poemas en papel de sacos de cemento

 

(él los escondía,

durante largas temporadas,

en los almacenes

y también bajo sus ropas)

 

 

Tatiana Gnedich repasaba de cabeza, en la oscuridad

del presidio, aquellos miles de versos de Byron, que

ella se sabía de memoria

 

(su carcelero quedó conmovido

tras escucharla recitar esos poemas vertidos al ruso,

y retrasó en dos años su traslado

a un gulag de Siberia,

donde habría de pasar 124 meses

perfeccionando aún más,

y siempre de cabeza,

su traducción del Don Juan,

texto que dictaría —una vez libre—

después de haberse quedado

literalmente ciega.)

 

Tengámoslo presente (nosotros,

que aún no escribimos en un campo de concentración):

 

En las letrinas

En las literas

En las mesas de tabla

En las paradas de sopa

En los comedores

En los sacos sustraídos de los almacenes

En la garita desde donde os aguarda

la impaciencia de cada vigilante:

 

seres intocables, palabras y versos.

 

 

 

Enrique Falcón

Trilogía de las sombras

 

Huerga y Fierro editores


viernes, 27 de agosto de 2021

AJUSTAR LA MEDICACIÓN UN POEMA DE LOS LAGOS DE NORTEAMÉRICA DE JOSÉ DANIEL ESPEJO

 

 

 

 

AJUSTAR LA MEDICACIÓN

 

 

 

Cada varios meses visitamos la consulta

de la psiquiatra infantil. La operación se llama

ajustar la medicación. Contestamos preguntas

del tipo ¿han aumentado o se han reducido

la ansiedad los ciclos de sueño la disrupción

cómo de vividos los colores del cielo

qué sensación de vida en mitad de un abrazo

en una escala del uno al diez cómo se aprieta

el nudo en la garganta de las pérdidas

qué nivel de alegría en los senderos de montaña

o en el aprendizaje de destrezas cuántos lagos

existen en Norteamérica llegamos a verle

la cara a la muerte y la locura al despertar de madrugada

en medio del silencio de los extrarradios

o hablamos de oídas?

 

 

 

José Daniel Espejo

Los lagos de Norteamérica

 

Pre-textos, Poesía


jueves, 26 de agosto de 2021

MI FAMILIA LLEGÓ AQUÍ A BORDO DE UNA TRADICIÓN MARXISTA DE BLANCO DE BLANCO DE ATHENA FARROKHZAD

 

 

 

 

Mi familia llegó aquí a bordo de una tradición marxista

 

Mi madre llenó enseguida la casa de adornos navideños

Sopesaba los pros y los contras de los pinos de plástico

como si el problema fuera suyo

 

En los días diferenciaba las vocales largas de las cortas

como si los sonidos que salían de su boca

pudieran lavarle el aceite de oliva de la piel

 

Mi madre derramaba el blanqueador a través de la sintaxis

Al otro lado de la puntuación sus sílabas se volvían más blancas

que un invierno del norte

 

Mi madre nos construyó un futuro basado en cantidad de vida

Apilaba las latas de conserva en el sótano de la casa

como para enfrentar una guerra

 

En las tardes buscaba recetas y pelaba patatas

como si fuera su historia la que estuviera cifrada

en el pastel de pescado de Jansson

 

Pensar que yo chupé de esos pechos

Pensar que metía su barbarie en mi boca

 

 

 

Athena Farrokhzad

blanco de blanco

 

Traducción de Lalo Barrubia

 

Kriller71ediciones


miércoles, 25 de agosto de 2021

TRES POEMAS DE ACARICIO PERROS DE CONSUELO ITURRASPE

 

 

 

 

Eras bastante ruidoso

te movías por la ciudad con un manojo de llaves

que hacía música y te anunciaba.

¿Cuántas puertas puedo abrir con tus ojos?

¿Quién dice hoy

tranquila los aviones no se caen

o cuidado con el viento que si sopla fuerte te olvidan?

Desde que consideraste el abandono

como forma de estar cerca

nadie me prometió cosas

y dejé de creer en el tiempo.

No estoy detenida

pero conservo algunas imágenes:

tu boca idéntica a la mía diciendo hasta pronto

el borde de tu última sombra

la servilleta de ese bar que te gustaba

donde escribimos nuestros nombres.

 

 

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Otoño

 

 

 

Después de recibir un mensaje

que es un suelo de vidrios rotos

o una despedida,

apoyo mi dedo

en la mancha de nacimiento

del chicho del que estoy enamorada

pido un deseo y espero

que una sirena se detenga

como ya lo hicieron

el resto de las cosas.

 

 

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Diccionario

 

 

 

El entierro fue en Río Tercero

una de sus sobrinas

sacó una servilleta escrita

y leyó su contenido en voz alta

para despedirse.

 

Hubiera estado bien

heredar los ojos de mi abuela

atractivos aunque sin secretos

del mismo verde

que el Larousse ilustrado de mi infancia.

 

Cuando ponían el cajón de madera

en un hueco de piedra

pensé que a esos ojos

les debo todas las palabras.

 

 

 

Consuelo Iturraspe

Acaricio perros

 

Ediciones Liliputienses