miércoles, 27 de octubre de 2021

ANCLA DE ITZIAR REKALDE Y LEGOLAN DE PABLO MÜLLER EN MARIA PANDORA EN MADRID VIERNES 28 DE OCTUBRE

 



Antiguamente la marca Lego era una pequeña fábrica de juguetes de madera. Hace unos sesenta años sus propietarios decidieron cambiar la madera por el plástico. Según algunos debido a un incendio, otros, por un cálculo empresarial de mejores oportunidades de negocio. La propia empresa estima que, hasta este momento, ha producido 400 mil millones de bloques Lego durante su historia. Esta anécdota es un símbolo en sí misma. 


Un fragmento del libro:


este poema es viejo como la madera quemada // el dueño

de Legoland cerró todas las puertas / cuando salió el

último de los carpinteros cesantes / luego acarició las

máquinas que inyectan plástico / luego hizo parques de

atracciones // les puso vallas / les puso puertas / pocas

/ flanqueadas por banderas de colores / plástico para

cerrarlas / personal de seguridad privada / para cuidar

que nadie se salte la puerta / que nadie deje la puerta

abierta / por donde se cuele este poema


 El viernes 28 de octubre Itziar Rekalde Luzurraga y Pablo Müller presentan Ancla y Legolan en María Pandora, Plaza de Gabriel Miró, nº 1, 28005 Madrid. A las 19:30. Os esperamos.





lunes, 25 de octubre de 2021

CINCO POEMAS DE TÉCNICAS DE SUPERVIVENCIA DE NADIA SOL CARAMELLA

 

 

 

 

ningún poema

puede salvarnos

pero puede decir:

los domingos por las noches

soy especialista en la ausencia

puedo diseccionarla

analizar sus partes

y verla multiplicarse

por toda la casa

 

 

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de chica comprendí

que existe el paso del tiempo

tomé un vaso de agua

y lo olvidé

con poco

se aprende a ser feliz

 

 

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hubiera querido no volver a ver tu cara

atravesé los barrios del oeste

bajo un sol poderoso

cuando volví a verte

qué puedo decir

lloré mirando a los árboles

me aferré a ellos como si fueran dioses

quedé pegada a esa sensación

esa clase de tristeza es horrible

 

 

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esto es un poema de amor

escribo para decir:

los cables y las antenas

en los cielos del barrio

son preciosos

 

 

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quiero que llueva

y me moje entera

que llueva tanto

que me olvide

que tenía que pagar mis cuentas

si este día

no pone fin a mi tristeza

que llueva

para que volver a casa

tenga sentido

 

 

 

Nadia Sol Caramella

Técnicas de supervivencia

 

Ediciones Liliputienses


sábado, 23 de octubre de 2021

TRES POEMAS DE LETANÍA DEL FRÍO DE EVA GALLUD

 

 

 

Ø

 

 

alguien extravió una certeza

y vino a buscarla a la puerta de tu casa

que es como decir

tu boca tu lengua tu garganta

 

no puedo darte más

que esta voz partida

que es como decir

caudal desviado por las piedras

 

 

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Ø

 

 

es imposible dialogar con la ternura

como convencer a los árboles

para que no tiriten        inútil

no puedo amarrar el canto que llevo dentro

hacer que crezca

como una rama

que sale por la boca

no puedo convertir la cal en pedrisco

lanzarla hacia arriba

que caiga sobre tu casa

rompa tu juego de té

y vengas descalza a pedirme

un cuenco de sal

para emular la nevada

 

yo te daré

mi boca mi lengua mi garganta

mi canto helado

invierno

mis manos transparentes

 

 

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Ø

 

 

desconoces la estructura

del invierno

sabes que está plagado

de olvidos y certezas

troncos de árboles huecos

pequeñas llamaradas de luz

y el daño de las piedras

no se permite la entrada

a las manos calientes

ni nada que recuerde al trigo

aquí se confunden

la harina y la ceniza

se amasan a tientas

hogazas oscuras

 

se aguarda festiva

la nieve como incendio

 

 

 

Eva Gallud

Letanía del frío

 

Ya lo dijo Casimiro Parker


viernes, 22 de octubre de 2021

DE UN SUPERVIVIENTE UN POEMA DE SUMERGIRSE EN EL NAUFRAGIO DE ADRIENNE RICH

 

 

 

 

DE UN SUPERVIVIENTE

 

 

 

El pacto que hicimos era el pacto habitual

entre hombres y mujeres por aquel entonces

 

No sé quiénes nos creíamos que éramos

para pensar que nuestras personalidades

podrían resistir las fallas de la raza

 

Por suerte o por desgracia, no sabíamos

que la raza tenía fallas de esa índole

y que íbamos a participar de ellas

 

Como todo el mundo, pensábamos que éramos especiales

 

Tu cuerpo es para mí tan vivido

como siempre: aún más

 

dado que mis sentimientos por él son más puros:

sé lo que podía y lo que no podía hacer

 

ya no es

el cuerpo de un dios

ni nada con poder sobre mi vida

 

El año que viene se habrían cumplido 20 años

y has muerto en balde,

tú, que podrías haber dado el salto

que habíamos considerado, demasiado tarde, dar

que vivo ahora

no como un salto

sino como una sucesión de breves, asombrosos movimientos

 

cada cuál haciendo posible el siguiente

 

 

 

Adrienne Rich

Sumergirse en el naufragio

 

Traducción de Patricia Gonzalo de Jesús

 

Editorial Sexto Piso


jueves, 21 de octubre de 2021

RESEÑA EN BABAD DE LEGOLAN POR ITZIAR MÍNGUEZ ARNÁIZ

 



Aquí se puede leer la reseña en Babad

ARTÍCULO/RESEÑA

Aquí la introducción al libro:

Todo lo que construimos y exige la tarea de unir piezas, hacer que encajen unas con otras sin que sobre ni falte ninguna, nos habla de cómo cedemos a la certeza de que todo está milimétricamente calculado; ejemplifica también nuestra necesidad de imponer orden y poner –cómo no- a prueba nuestra paciencia, sin olvidar que es una forma de testar nuestra pericia y nuestras capacidades. Construir es la tarea a la que está abocado el ser humano.

Cuando entré en el fascinante mundo de Legolan, el último libro de Pablo Müller publicado por La Única Puerta a la Izquierda, ya estaba al día de la anécdota –más bien el contexto- que impulsó su escritura. Pensé: “Bien, estoy a punto de entrar en un parque temático dedicado a esos cacharros de los mil demonios que nunca he sido capaz de construir”. El hecho de que las piezas fueran palabras me tranquilizaba bastante, confieso, y la curiosidad que me producía el tema también era una herramienta eficaz para llevar a cabo, más tarde, la tarea de prologar este libro, siendo consciente de que un prólogo para una construcción tan milimétrica como Legolan puede ser tan inútil como ese prospecto de instrucciones que ha sido traducido a todos los idiomas excepto al tuyo.

Nada más arrancar la lectura con el poema introductorio –podría decir, también, premonitorio- ya supe que no solo disfrutaría de la lectura, sino que ya era parte de esa fila larga: soviética/ guardando/ con mucho cuidado/ la preceptiva distancia entre nosotros, que aguardaba en silencio la apertura de puertas, un día más, del parque temático danés. Qué bien hace de puerta de entrada el poema inicial para advertir que la propuesta está muy lejos de ser un paseo turístico por el país de los sueños de lego donde los objetos, las cosas, los paisajes están hechos en su mayor parte de líneas rectas, inofensivas. No nos engañemos, lo del parque temático podría ser una metáfora, una excusa, un cebo, entiéndase cebo en sentido poético, no literal. Pero Legolan es en este libro algo más que un parque temático donde el autor aprovecha los tiempos muertos para tomar notas con su minúsculo lapicero en los márgenes de un libro de la poeta Mary Jo Bang [un hombre toma notas/ que escribe en los márgenes/ de un libro de Mary Jo Bang]. La poeta estadounidense también es una pieza fundamental de este puzle tridimensional y las notas del autor son las piezas sustanciales de esta construcción poética en un ejercicio de metaliteratura que me hace preguntarme si acaso los márgenes de otros libros –no de cualquier libro sino de los libros que nos cambian, que nos conforman- no son en realidad la piedra fundacional de nuestra futura escritura. Legolan, decía, es algo más en este libro, es una visión a escala del mundo. Es el mundo dentro de otro mundo. Y es un mundo donde buscamos las piezas que necesitamos con la inocencia de quien piensa que hay algo que depende de uno cuando lo cierto es que el paisaje, el resultado ya está trazado. Pero es más fácil hablar del mundo cuando podemos acotar un mundo, cuando podemos reducirlo a una escala que nos permita creer que algo depende de nosotros, que podemos cambiarlo. Lego, no lo olvidemos, es un universo que apela a la fantasía y que nos invita a su vez a ser parte fundamental de su creación o tal vez sería más acertado decir, de su puesta en escena.

No quiero utilizar la palabra utopía para referirme a Legolan, el libro de Pablo Müller se acerca mucho más a una distopía donde el presente ya nos habla del futuro, es decir, donde ya hemos alcanzado un futuro que se aleja mucho del ideal.

Cuando uno entra en un parque temático no quiere que le destripen los detalles de las atracciones y espectáculos a los que va a asistir. El cuerpo se nos pone en modo: “sorpréndeme”. Desde que terminé la lectura de Legolan y tomé mis primeras notas para elaborar este prólogo, ya decidí que iba a tratar –en la medida de lo posible- no desgranar aquí más versos que los estrictamente necesarios. Solo adelanto que en Legolan hay construcciones de todo tipo (no para todas las edades ni para todas las sensibilidades, advierto) que provocan una multitud de emociones que van desde la angustia al miedo, pasando por la autoafirmación, la negación, la estupefacción, la ternura y la ironía. Un mundo a escala construido donde las piezas no son –como pensé al principio- las palabras, sino esa unidad menor que conforma las palabras: las sílabas. En la escritura de Pablo Müller, tan milimétrica, tan exacta, todo es tan esencial que las palabras cuentan por sílabas y las sílabas por letras. Cada letra cuenta, igual que cada pieza cuenta en un lego, incluso la más pequeña, la que parece más insignificante.

Legoland pasa por todo el espectro formal: poemas convencionales, poemas en prosa, poesía narrativa, haciendo que nunca caiga el lector en un sopor formal que podría por otra parte tener cierta lógica en un libro temático. Una de las cuestiones que más me interesa de la poética de Pablo Müller, y que una vez más está presente en este libro, es la forma en que emplea lo temático, tantas veces rémora y lastre para lo poético pero herramienta que usada con tino –como es el caso- hace que la propuesta poético-temática conforme un todo, pase a ser parte de la materia prima de la obra. En El cuaderno de las tareas extraordinarias (A Fortiori) y en Pan y hierro (4 de Agosto), dos obras anteriores a la que nos ocupa, ya hacía uso del recurso temático para imprimir unidad a la propuesta. Pablo Müller lo hace pero lo hace bien, sin caer en la reiteración, en la monotonía, consiguiendo con su pericia una suerte de escritura que avanza por estratos, no de forma circular o lineal sino colocando capas, unas sobre otras, de diferentes texturas e intensidades. Lo ha conseguido extraordinariamente en Legolan donde, por la propia idea y concepción del libro, se hacía necesaria la presencia de piezas-poemas de distintos colores, de diferentes formas, de tamaños variados para que el conjunto final, el resultado, fuera la obra incontestable que es y para que la sensación final sea la de haber asistido a un ejercicio disruptivo de un imaginario a escala que refleja perfectamente, en toda su dimensión y tamaño, una realidad que la poesía de Müller hace aprehensible, cercana, llena de aristas. No deja Legolan una sensación de haber asistido a la construcción de algo sino a una deconstrucción “hecha” al detalle, pieza por pieza. Ayuda a ello la multitud de referencias literarias: la mencionada Bang, César Vallejo, Jesús Aguado, Anghel, Deleuze, entre otros, sin olvidar el canto que como un estribillo atraviesa el libro, primero como un leve arañazo para ir ganando en hondura e intensidad hasta convertirse en un tajo profundo, en una suma de voces polifónicas. Todo ello se integra de forma natural, orgánica conformando un todo que hace que la propuesta de Pablo Müller se aleje de la superficie, calando hasta los huesos, con la asunción de un riesgo que marca en la lectura un inquietante crescendo.  Por eso es imposible salir de Legolan siendo el mismo que antes de internarse en este mundo a escala que habla del mundo.

Introducción a Legolan, de Pablo Müller

 Itziar Mínguez Arnáiz

Agosto, 2020

Si quieres comprar el libro aquí lo puedes hacer:

FICHA COMPRA DEL LIBRO:



martes, 19 de octubre de 2021

UN LUGAR DONDE ESTAR DE EL MAR DE VICTORIA CÓCCARO

 

 

 

Un lugar donde estar

 

 

 

ahora olor a hierro en las manos

eso puede ser

resto de herramientas

pero plásticos

no sé si dejarían ese mismo olor a hierro

que es a sangre también

pero el olor que toma cuando se seca no

cuando está adentro de un sachet

de hecho es transparente la sangre

es transparente

y al contacto con el oxígeno del mundo se vuelve

roja al contacto se vuelve roja

esto podría ser una ética que solo implica

en la válvula de salida de silicona

una célula se parte en dos y cada parte

que nace se nuclea y flota una ciudad

de membranas engarzadas como joyas

esa dimensión es una cama

hecha de capas de algodón

son fractales que forman una sábana y ahí

cambio de color visible lo invisible

espeso lo fluido se manifiesta

por fuera de las paredes inmunes del sachet

y la sonda de suero se vuelve transfusión y la sonda

una madeja afuera color óxido

en el espacio dos o tres más manifestación

eso que existía cuando y después no sé

era invisible o era visible solo

con un nombre y el nombre

se repitió sobreimprimió editó unas cuantas veces

y ya no había lo invisible que podía aparecer

porque al nombre lo usaron para

si ahora vuelven los fantasmas

meterían presión y las pantallas

sólidas se quebrarían en astillas

transparentes se clavarían por el medio

del órgano vital exterior penetrarían y la sangre

estaría cambiando de color quizá también

sobre la piel veríamos el resto lo que está

y cada tanto aparece.

 

 

 

Victoria Cóccaro

El mar

 

Ediciones Liliputienses


 

lunes, 18 de octubre de 2021

EL PERDÓN UN POEMA DE ÓXIDO DE HIERRO DE A.J. LOMBILLO

 

 

 

 

EL PERDÓN

 

 

 

No estaban allí cuando el niño borró con saliva el error del dibujo porque no tenía goma. El dibujo se volvió un desdibujo, una niebla de carbón que le atormentó enseñar a su maestra.

 

No estaban en la montaña cuando tormenta y niño fueron lo mismo, cuando los rayos nacieron a su lado; ni más tarde, cuando el final del aguacero quedó el silencio como una ofrenda inmerecida.

 

No estaban en el grito; no estaban en el lamento, ni en la carrera, ni en las fauces de aquel perro. No estaban en el auxilio, ni en la suplica, ni han estado en la fobia y la vergüenza.

 

No estaban frente a la persona que le miraba como se mira un haz de luz, ni estaban mientras trataba de devolver la mirada.

 

No  estaban frente  al hijo en el instante de  su llegada,

aquel reflejo interminable como una circunferencia sin memoria, boquiabierto.

 

No estaban frente al cadáver; no estaban frente a la piel blanca bajo la que se filtraban los caminos azules del oxígeno y la memoria, ni frente a su madre ya muerta, pobrecita, tan como su padre cuando también fue un cadáver de caminos azules.

 

Pero nadie debería preocuparse. Si hubieran estado, él no sería él.

 

Ellos no serían ellos.

 

 

 

A.J. Lombillo

Óxido de hierro

 

Planeta clandestino

Ediciones del 4 de agosto