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jueves, 11 de septiembre de 2025

CUENTA II DEL ÁBACO DE LA PÉRDIDA DE SHOLEH WOLPÉ

 





CUENTA II



Altas, rígidas, afiladas.

Intenta llegar al otro lado

a pesar de las espinas salvajes.


Nosotros, que marchamos de casa adolescentes,

niños que cruzamos fronteras y fuimos despedazados

por mil lenguas dentadas,

nosotros, que llevamos heridas que florecen

bajo la piel cicatrizada,

¿en quiénes nos hemos convertido?


Me pregunto si casa

será mi fantasma,

si llevará mi ropa interior

guardada en la antigua cómoda

que compré hace veinte años,

si habrá anidado en mi blusa colgada

en una percha que no me atrevo a tirar.

Acaso esté extraviada entre filas de libros

ordenados alfabéticamente en un idioma

en el que no nací. O aquí, en el borde

de esta taza desportillada

que mi último amor olvidó.


Llevo semillas en la boca. Planto

cúrcuma, cardamomo y diminutos

pepinos aromáticos en el jardín.

Los riego con la lluvia que arranco

de las canciones de la abuela.

Crecerán, lo sé, por encima

de las murallas de espinos.

Se abrirán paso, ilesos.


Me fui de casa a los trece.

No había vivido lo suficiente como para saber

no amar.

Casa era el mar Caspio, los bazares bulliciosos,

el aroma del kebab y el arroz, los almuerzos

de los viernes, los picnics junto a los arroyos.

Nunca quise irme tan lejos.


Dijeron: Vuelve

y morirás.


El exilio es una maleta con el asa rota.

Lleno cien cuadernos de garabatos,

los arrojo al fuego y vuelvo a empezar,

esta vez me tatúo las palabras en la frente,

esta vez escribo solo para no olvidar.


La complacencia se contagia como un catarro.

Nado a contracorriente para dejar mis huevos púrpura.


Dicen: Saca sustento de esta tierra,

pero mira cómo cuelgan mis frutos en espiral

y huelen a cuadernos viejos y a encaje.


¿Qué es un árbol trasplantado

sino un ser en el tiempo,

resignado a la adopción?


Los espíritus apremian, los espíritus se van,

lloran y se lamentan en la puerta del templo,

donde pendo al borde de un abismo.

Tal vez los espíritus solo acuden en el exilio.


Pero incluso esto es una ilusión.




Sholeh Wolpé

Ábaco de la pérdida

Memorias en verso


Traducción de Corina Oproae


Visor



domingo, 27 de septiembre de 2020

ME CANTARON A ESTE MUNDO UN POEMA DE SHOLEH WOLPE

 

 

 

 

ME CANTARON A ESTE MUNDO

 

 

 

Vine a este mundo en la misma cama

donde luego dormiría de niña.

Mi tía, comadrona, grandes ojos oscuros,

cicatriz en forma de sol en la mejilla,

se sentó en el umbral de mi madre,

y me cantó a este mundo.

 

Biya koo-choo-loo, Beeya a-zizam

Injah khayli Ghashangeh, Beeya Beeya

Beeya koo-choo-loo, Beeya a-zizam

Noor ast o avaz, eshgah o mah

Beeya Beeya

Ghal-bemoon shokoo-feh kar-deh barayeh tu

Toolesh nadeh

Beeya Beeya Beeya Beeya Beeya Beeya

 

Ven criatura, ven cariño

Aquí todo es precioso, ven, ven

Ven criatura, ven cariño

Tenemos canciones, luz, una luna dulce y amor

Ven ven

Aquí los corazones están en flor para recibirte

No tardes

Ven ven ven ven ven ven

 

Esta es la canción que seguí para venir a este mundo.

Hoy, pálida por la edad y el cáncer,

mi tía ha abierto ya sus alas de zafiro.

 

Me siento a su lado en la cama, le dio que

venga a buscarme cuando sea mi hora

para que me cante a la otra vida

con el mismo canto.

 

 

 

Sholeh Wolpé

Cómo escribir una canción de amor

 

Traducción de Mariano Zaro, Estíbaliz Espinosa, Amaia Gabantxo

 

Olifante Ediciones de Poesía