jueves, 29 de agosto de 2013

LOS PECES NO CIERRAN LOS OJOS DE ERRI DE LUCA O EL AMOR CONTIENE LOS ADIOSES


Playa de Arrigunaga en febrero de 2011 por Pablo Müller


“Yo creo en lo que veo escrito. Hablando se dicen un montón de mentiras. Pero cuando uno las escribe, entonces es verdad.” Lo dice un niño. Tiene diez años. Se llama Erri de Luca.

 “Aquel niño de diez años queda hoy fuera de mi alcance. Puedo escribir sobre él, no conocerlo.”
¿Esa diferencia entre escribir y conocer se corresponde con la declaración del niño Erri de escritura y verdad? El adulto Erri no puede conocer al niño Erri, pero al escribirlo ¿se acerca a su verdad?

Respecto al niño que fuimos somos un resto.
La infancia puede ser una playa, puede ser una barca y el pescado del verano.
La infancia puede ser el sonido de algunas palabras dichas por personas que ya han muerto.

“La infancia había sido una guerra, a mi alrededor morían más los niños que los viejos.” Identificar la infancia con la guerra y la muerte y contraponer esa identidad a la vejez, desde donde a veces escribe.

El dolor, esa sensación molesta en el cuerpo, la pena y la congoja es una de las maneras de conectarnos con la vida: “A los diez (años) se conectó el nervio entre el dolor de fuera y mis fibras.” El niño Erri a los diez años toma conciencia de la pena y la congoja.

¿Cómo se toma la conciencia del dolor? Con el verbo mantener.

“Mantener: a los diez años era mi verbo preferido. Entrañaba la promesa de tener de la mano, mantener. Lo echaba de menos. A papá, en la ciudad, le molestaba cogerme de la mano, en la calle no quería…”

“Destino, según su definición, es una trayectoria prescrita. Para la lengua española es también, más sencillamente, llegada. Para alguien nacido en Nápoles, el destino está a sus espaldas, es provenir de allí. Nacer y crecer en esa ciudad agota el destino: vaya donde vaya, ya lo ha recibido como dote, mitad lastre, mitad salvoconducto.”

A los diez años, en la isla del verano, con el padre ausente, la aparición de la joven es el destino según Erri, como la escritura de tales hechos cincuenta años después es la dote de la vida: mitad lastre, mitad salvoconducto.

La madre: “mamá se interesaba por la pesca y después por las manos. «Enséñamelas.» Le enseñaba el dorso, ella me las giraba: «Así te las estropeas — y añadía, para tomarme el pelo — : tendrás manos de paleto.»”

“No quiero tener peso”

De la misma manera que desea pasar sin peso por la vida, Erri practica una literatura leve. Esa levedad no lleva aparejada la falta de importancia, coloca la importancia fuera de sí, en los otros que le permiten configurarse como persona.

“La playa de finales de septiembre se ensanchaba; con las sombrillas espaciadas, las madres enseñaban a los niños a despedirse del mar”

“Hoy sé que aquel amor cachorro contenía todos los adioses siguientes.”

El amor contiene el adiós.

L'Estartit en abril de 2013 por Pablo Müller

Traductor: Carlos Gumper

Ha publicado más de cincuenta traducciones de literatura italiana contemporánea, de autores como Erri de Luca, Antonio Tabucchi, Giorgio Manganelli, Ugo Riccarelli, Alessandro Baricco, Giorgio Todde, Simonetta Agnello Hornby y Mario Fortunato, entre otros muchos. También ha publicado reseñas y artículos sobre cultura italiana y es autor de algunos volúmenes sobre literatura española y de unas Conversaciones con Antonio Tabucchi (1995).

Los peces no cierran los ojos
Erri De Luca
Seix Barral

lunes, 19 de agosto de 2013

EXTRANJERO

Al atardecer del 4 de agosto de 2013, en Pollos por Pablo Müller


 

Hay palabras que a las noches cambian de significado:

                                                 Fuera.

            Extranjero.

                               Intemperie.

 

Una palabra entra por el hueco del periódico

y el balance no tiene movimiento,

ahora negro es informe,

ahora humano es memorándum.

 

Puedo conocer el significado de lo que dices sin usar el lenguaje.

Debo repetir el paso de baile.

Recurro a complejas operaciones de cálculo.

Debo repasar mis libros viejos de álgebra.

 

No quedan palabras para escribir febrero.

Sí para el silencio.

 

viernes, 9 de agosto de 2013

LEER TODOS LOS LIBROS


Urueña, julio de 2010 por Pablo Müller





«Alguien escribirá que la carne es triste y que ha leído todos los libros»


 

A terminar la comida

que te ponen en el plato

a terminar la tarea

que ha puesto el maestro

a terminar la labor

que ha dicho padre

a terminar de leer

un libro

a leer todos los libros

que hay en la biblioteca

a ser amable

con los amigos y las visitas

a amar a las mujeres

que sonríen primero y poco

a cuidar a los niños

que se acercan con los ojos

bajos

a conocer a las muertes

— las pequeñas y las grandes —

que acompañan.

domingo, 4 de agosto de 2013

NUNCA EL TRABAJO ES FIESTA


Lisboa, marzo de 2004 por Pablo Müller

 

«El mundo es rutina y la sorpresa está prevista. Quien se empeña en hacer del trabajo una fiesta puede teñir de rojo sus días.»

Benito del Pliego

 

Nunca el trabajo es fiesta. Mienten.

La fiesta llega cuando el trabajo acaba. O se interrumpe. Júbilo.

El fracaso es mentira. Nadie dijo que el triunfo fuera obligatorio. Por cada triunfo que se supone hay dos o tres fracasos del vecino.

Es verdad que nuestros vecinos son nuestra gente. Mienten cuando nos dicen que son extranjeros y merecen su fracaso, como nosotros merecemos nuestro triunfo.

Nos engañan como a esos perros que enseñan los dientes a los panaderos y mueven la cola a los militares.

¿los fusiles disparan pan?

 

 

jueves, 1 de agosto de 2013

HILOS DE CHANTAL MAILLARD




Viaje de vuelta 18 de octubre 2012 por Pablo Müller




«Cuando el espacio entre las

sacudidas se prolonga, decimos

que alguien ha muerto.

Entonces vuelve el pánico o,

mejor dicho, se abre. Se

abre el pánico

y el furor se detiene.»

Chantal Maillard

 
 

Tomamos aliento con las palabraspez para volver (a soportar) el ahogo de la vida (a los que nadamos mal)

 

Palabra para la impotencia. Abismos para el infinito y el tiempo para recorrerlos, en la absoluta soledad de quien una madrugada, sin ginebra, con los bares cerrados aúlla ante la puerta cerrada del cementerio donde hilo a hilo, hileras de nichos niños — uno — espera.

 

Gracias a la poesía de Chantal Maillard comprendo un poco mejor el dolor: un niño que deja de serlo y al comprender el cambio, el duelo (impotencia y abismo) sin posible entendimiento desde el niño que se ha ido. El joven que queda es incapaz de dialogar con el niño que ha sido. Y se abre a un abismo de impotencia. Es la vida. Queda el amor y la carcajada para vestirla.

La piel, la piel se acoraza en las escamas de sal y dura, dura el instante hasta la llegada de la uña y la impaciencia.

 

 

«la memoria del agua

que corre, dicen. Correr es fluir,»

Chantal Maillard

 

Ahora, no hay ninguna célula, ninguna parte de mi cuerpo que haya sobrevivido al niño que fui, al joven que fui. Todas han desaparecido. Todas. En su lugar copias. ¿Cómo se construye el cuerpo de un ser humano sobre la desaparición de los elementos que lo conforman: la desaparición de si mismo? ¿Cómo se encuentra el rastro de nuestra vida sino sobre su propia desaparición? Y qué diálogo proponemos con nuestro pasado.

 

«al fin y al cabo es por analogía

que aprendemos el mundo y sus causas.»

Chantal Maillard

 

Aprendemos el mundo (vivir)

El verso es recuerdo (palabra) (olvido) (muerte)

No lo olvides, Pablo…

Verso de hilos de palabras, pensamiento hilo, proponer el hilo y enhebrar, colgar, colgar, y esperar un viento amigo y favorable.

Luego buscar un diccionario para traducir el consuelo al castellano.

 

«Existir no es digno»

Chantal Maillard

 

Miedoflor, para un lugar tibio donde poner los pasos, tibio para no quedar… el límite de los pájaros es la temperatura del metal y la velocidad de los ruidos.



 
Tusquets Editores

POESÍA (NF). Poemarios
Marzo 2007
Marginales M 243
ISBN: 978-84-8310-383-8
País edición: España
200 pág.
11,54 € (IVA no incluido)