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jueves, 27 de enero de 2022

SIETE POEMAS DE LAS REALIDADES EFÍMERAS DE CARMEN RAMOS

 

 

 

 

Me he cosido los ojos.

Ahora hay un pespunte entre mis párpados.

He aprendido que es exactamente así como se inventan los límites.

 

 

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Todo lo que decías sonaba a incendio,

Aunque tragaras el barro a puñados,

todo sabía a incendio.

 

Y para qué huir

si los bosques chamuscados,

si el rastro ciego de la ceniza,

si todo es hoguera,

si todo incendio.

 

 

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Se me agarran los días

desde el primer ámbar:

el océano es una cárcel.

 

Aún estoy en la orilla

y ya temo la tempestad.

 

 

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La camisa vieja de la serpiente.

La medusa a la deriva.

La apoptosis.

Petits morts,

petits morts

que acuno para mis pechos.

 

 

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Volver al arañazo —

recordar la zarpa —

invocar al animal —

la uña afilada que divide la piel en dos —

llamar a la bestia por su nombre—

llamar a la bestia por su nombre

y no tener nada más que hacer en todo el día —

invocarlo en sueños —

llamarlo al despertar y esconderte

o dejarle golosinas en su puerta

y luego robar la piedra para el ojo —

robar el agua al océano —

porque el animal te huele la herida

y la reconoce suya

y lo vuelve a hacer —

invocar al animal —

recordar la zarpa —

volver al arañazo —

 

 

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Beber en los charcos.

Conformarnos

con los espejos

mínimos y volátiles.

 

 

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La cabeza en la almohada

y vomitar demonios.

 

 

 

Carmen Ramos

Las realidades efímeras

 

Maclein y Parker


sábado, 22 de enero de 2022

UN POEMAS DE DESNOMBRAMIENTOS DE MIRIAM PALMA CEBALLOS

 

 

 

 

La abuela se casó de negro,

los muertos eran entonces testigos en las bodas,

los muertos prohibían a las recién casadas

sonreír en los retratos

y las miraban desde el fondo de du muerte

severos encima de las cómodas.

 

La abuela yace hoy

con un vestido blanco en su ataúd.

Hermosa novia sola por fin blanca,

en la muerte quizá por fin serena,

se hermana con la lluvia

y se redime

con su orfandad a cuestas

de las obligaciones con los muertos.

Del débito de desposada se redime,

de esos dedos esparciendo dividendos

de rencores entre surcos,

de las manos de hombre

que labraban desamparo en sus costillas

y agavillaban macilentos silencios en disputa.

 

 

 

Miriam Palma Ceballos

Desnombramientos

 

Maclein y Parker